La mula y el buey ya estaban ahí. Mucho antes de que llegaran José y María. Lo dice la leyenda porque la mula y el buey siempre han sido buenos. Porque el Niño quiso que estuvieran presentes. Y además estaban allí picoteando dos gallinas que se habían comprometido a poner un huevo diariamente, sobre la paja para regalo de María. Había también un ratón que quería ver todo aquello, pero que se había quedado escondido para no asustar a la Virgen.
No estaban los hombres, pero estaban los animales.
Los hombres tenían muchas otras cosas importantes qué hacer: contar dinero, discutir de política, planear nuevas armas y estrategias contra sus enemigos, hablar y gritar tonterías, emborracharse, quejarse del alto costo de la vida, comprar baratijas, abrazarse y reír como locos… pero no tenían tiempo para venir hasta el pesebre. Y además, de noche y por aquellos caminos para ovejas y chivos…
El Niño ha dado el primer grito. María le ha dado el primer beso. José ha cerrado los ojos para entretener las lágrimas. La mula ha levantado las orejas. El buey ha dicho “mu” y de un coletazo ha espantado todas las moscas de la comarca.
Sólo Dios puede hacer las cosas más estupendas con esa sencillez. Todavía no han llegado los ángeles…
Por P. M. de Iraolagoitía.
Los Del Medio S.A.S. y el portal de noticias www.todosesupo.com les desean ¡Una feliz Navidad! con mucha alegría, sin excesos y sin niños y adultos quemados con pólvora…