Hace 47 años por la mente de doña Leonor Rosero, madre de Luis Alberto Londoño, no pasó la idea de que algún día estuviera sentada en la sala Óscar Gerardo Ramos de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero escuchando a ese muchacho que de niño no hacía sino que preguntar que quién era Cristóbal Colón, o Simón Bolívar, o tantos otros personajes de los que ella no tenía idea. Y en la noche de este martes 2 de julio de 2013, en su mente, resuenan las palabras que un vecino algún día le dijo porque le escuchó regañar al niño, y es que a veces se cansaba por tanta preguntadera de su muchacho:
Vea, doña Leonor, ese muchacho cuando grande va a ser un historiador.

Y viéndolo allá parado, diciendo lo que para ella es un discurso, pero que para los académicos es una magistral exposición de la Historia vallecaucana y yumbeña, reconoció que sí, que no había sido un desperdicio de tiempo seguirle la corriente a su hijo cuando en tiempo de vacaciones le pedía que le enseñara y ampliara lo que había aprendido en la escuela, y cuando aun antes de estar en edad de entrar a estudiar ya le pedía que le enseñara a leer y escribir. Por eso Luis Alberto en sus palabras iniciales le hace un reconocimiento a su mamá por haber sido ella quien le llevó a ese primer acercamiento a la escritura y a la lectura; por eso llega a su recuerdo, cargada de añoranzas, la cartilla Alegría de Leer de Evangelista Quintana.

Luis Alberto, la noche anterior no pudo conciliar el sueño. La ansiedad y emoción que siempre lo embargó la víspera del inicio de un nuevo año lectivo al saber que estrenaría cuadernos, forros y saldría de su casa con los zapatos recién embolados, esa misma emoción fue la que le hizo pasar la noche del lunes 1 de julio en vela.

Y ahora, parado frente a los miembros de la centenaria Academia de Historia del Valle, a esos hombres curtidos en el trabajo de contar la Historia de la grandeza del Valle, a ellos les dice que aún se está preguntando por qué esta noche les está hablando. Y la respuesta parece encontrarla en que siempre tuvo atracción hacia los temas históricos. Que recuerda con cariño ese libro de tapas amarillas, Historia y Geografía del Valle del Cauca de Miguel Camacho Perea, miembro de la Academia de Historia del Valle, o los libros de los miembros de la Academia Colombiana de Historia como fue el caso de Henao y Arrubla. Pero deberían pasar varios años para entender el porqué de su decisión de trabajar temas de investigación histórica.

La secundaria, en el Inem de Cali, aumentó en Luis Alberto su gusto por la historia guiado por excelentes maestros surgidos de la Universidad Santiago de Cali, y luego en su paso por el Ejército Nacional, en cumplimiento de su deber ciudadano de prestar el servicio militar, se topó con los textos de historiadores militares que narraban la gesta libertadora.

De regreso a Cali, Luis Alberto ingresó a la Universidad del Valle a cursar la Licenciatura en Historia, donde tuvo como maestros a una pléyade de historiadores, los mejores del país: Jorge Orlando Melo, Germán Colmenares, Francisco Zuluaga, Margarita Garrido, Renán Silva, Estanislao Zuleta, entre otros. Su paso por la Universidad de Valle lo formó como un investigador, vocación que lleva ejerciendo hace ya casi cinco lustros.

Su llegada a Yumbo
Mientras Luis Alberto va narrando su recorrido por los vericuetos de los libros y archivos históricos a los veteranos miembros de la Academia de Historia del Valle, a los invitados especiales, los que serían condecorados en las sesión solemne de la Academia y a los únicos cuatro yumbeños que estuvieron en el acto, todos ellos escuchando atentos como quienes siguen los relatos de un viajero, doña Leonor recuerda que su hijo anduvo por Venezuela y allá afianzó aún más su gusto por la historia porque el pensum académico venezolano enfatizaba en la figura del Libertador Simón Bolívar. Y así como cuando en su niñez estuvo en el país hermano y se sintió venezolano, así también cuando llegó a Yumbo se empezó a sentir yumbeño como uno más de La Chanca, o de la plaza, o de los barrios que la industrialización fueron generando en la antigua villa de Jacinto Sánchez.

Mientras esos recuerdos rondan en la mente de doña Leonor, Luis Alberto Londoño cuenta que su llegada a Yumbo fue por su relación sentimental con la yumbeña Janeth Lotero Pereira a quien había conocido en la Universidad del Valle, y que lo llevaron, además de su matrimonio con Janeth, a entrar a laborar a la administración municipal. Luis Alberto no se lo dice al auditorio, pero los que lo conocemos sabemos que su ingreso a la Contraloría Municipal de Yumbo se dio por una sugerencia que le hicieran el finado Gustavo Quijano Varela y su compañera René Cardozo, mientras en su jeep lo llevaban a Cali en la época en que el transporte público escaseaba, y Luis Alberto, sentado en el andén de Comfandi después de caminar sexta abajo, pensaba cómo regresarse para su casa después de visitar a su novia.

Y empieza su afán por conocer la historia de Yumbo
Esos viajes a Yumbo pronto se convirtieron en motivo de indagación histórica de ese territorio que algún día había sido un Resguardo Indígena y que posteriormente se convertiría en emporio industrial. Esto lo había conocido por su acercamiento a la historiografía yumbeña salida de las plumas de Pedro Sánchez Tello, Manuel María Sánchez Velasco y Alberto Mendoza Mayor, además de los diálogos con los mayores del pueblo, entre ellos Ernesto Lenis Díaz. Y en esas indagaciones, guiado por Alberto Mendoza Mayor, conoce el libro, olvidado y en malas condiciones en la Notaría Única de Yumbo, que relata el pleito de tierras que hubo entre los indios de Yumbo y el español Mateo Vivas Cedano por allá en 1770.

En su búsqueda a la respuesta del por qué a partir de la noche del martes 2 de julio de 2013 sería un nuevo miembro de la Academia de Historia del Valle, Luis Alberto siguió descubriendo que el vínculo con la Academia siempre ha estado presente como quien siente un llamado; lo suyo, pues, es vocacional. Y es que para conocer aún más la historia de Yumbo, ese terruño donde el azar y los azahares que deparan la vida lo habían puesto, hubo de recurrir a historiadores vallecaucanos como Gustavo Arboleda, Demetrio García Vásquez, el padre Alfonso Zawadzky Colmenares, Diego Garcés Giraldo, todos ellos miembros de la Academia de Historia del Valle.

Y llega a Mulaló
Profundizando en el conocimiento de la historia de Yumbo, siguiendo la huella de otros historiadores, Luis Alberto llega a Mulaló donde descubrió que entre los mulaleños todavía perdura el recuerdo de la visita de los académicos Alfonso Zawadzky y Demetrio García en 1930, adonde fueron con motivo de la conmemoración de los 100 años de la disolución de la Gran Colombia. Los mulaleños aún recuerdan las ceremonias que hubo: las representaciones del paso del Libertador Bolívar por el territorio que hoy es corregimiento, y el hito que sembraron pero que la modernidad arrasó y que hoy solo se conoce por fotografías.

Por eso Luis Alberto en su disertación ante los Académicos historiadores del Valle, en esa sala de la Biblioteca Departamental hasta donde llegan los pitos de los vehículos y el ruido de los afanes de los caleños que transitan por la calle quinta, dice que cuando él empezó trabajar el tema de Mulaló se encontró con que habían montado una historia con el ánimo de atraer turistas para reactivar la economía del corregimiento, y es entonces cuando aparecen el Caballo Palomo, la hija de Simón Bolívar, y otras leyendas y mitos que se construyeron en su momento, pero que acarreaban el riesgo de que se tomara a la noble comunidad mulaleña de burlesco, porque ante la verdad histórica todo ello presentaba serias dificultades para entenderse. Desde el plano antropológico podría tener alguna explicación pero había que hacer la investigación correspondiente. Y es ese el momento en que él toma la decisión de adentrarse de nuevo en los archivos e investigar sobre Mulaló, de la mano de la comunidad, diciéndoles que había que conocer la historia del propio pueblo.

Entonces el reto fue rescatar la rica historia de ese pueblo de origen afro para darles la oportunidad de poderla contar junto a la gran riqueza de haber tenido a hombres de la magnitud de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre en la Hacienda de Mulaló. Posteriormente, personalidades como José María Cuero y Cayzedo, uno de los firmantes de Acta de Independencia de Cali el 3 de julio de 1810, y que así como al pie de la ceiba mulaleña existe la placa para el Caballo Palomo de Bolívar también debería de existir una para el prócer cuyos restos mortales, según libro parroquial de la época, reposan en Mulaló en tanto que fue enterrado en terreno contiguo a la actual capilla de Mulaló. Y esta historia estaba en el olvido y ha faltado el reconocimiento correspondiente. Mulaló fue la cuna del Alférez Real Cristóbal Cayzedo, Nicolás Cayzedo Hinestroza. Indicando ello que las raíces del poder que tenía Cali había se encuentran en Mulaló.

Los mulaleños, gracias a ese trabajo, identificaron la región africana de donde provinieron sus antepasados; su relación genética y cultural de la comunidad de Mulaló con el pueblo Fang que habitó el territorio que en la actualidad corresponde a Camerún, Guinea Ecuatorial y Gabón, y con otros pueblos ancestrales como los Congos, Angolas y Ararás pertenecientes a los Bantús que fueron traídos zarpando del puerto de Cabinda y llegaron a Mulaló.

Yumbo, día a día, se fue convirtiendo en la pasión de Luis Alberto Londoño. Y en la medida en que conocía más su territorio, su pasión aumentaba. Por eso su interés por conocer la historia de las haciendas. Las haciendas de Arroyohondo, Menga, Guabinas, La Estancia, Mulaló, Salento, aquella que pudo ser motivo de un conato de conflicto entre Colombia y el Reino de Italia. Así terminó diciéndoles a los miembros de la Academia de Historia del Valle y reafirmando ante ellos su respuesta positiva a la vocación de ser historiador, tal como lo dijera premonitoriamente el vecino de su mamá Leonor hace más de cuarenta años y que en esta noche Luis Alberto lo enfatiza diciendo que seguirá cumpliendo la misión de una persona que ama la historia y que se ha tomado el trabajo de conocerla. Porque Yumbo y el Valle del Cauca tienen que redimensionarse a partir del conocimiento de su historia.

A la espera del taxi
Atrás quedó la sala “Óscar Gerardo Ramos” de la Biblioteca Departamental “Jorge Garcés Borrero”, y de pie en sus escalinatas, recibiendo la brisa que baja del cerro de Los Cristales, viendo los fuegos pirotécnicos conque los caleños celebran la víspera de los 203 años de la Independencia de Cali y las Ciudades Confederadas, doña Leonor Rosero suspira pensando que ese muchacho que aprendió a leer y escribir con la cartilla La Alegría de Leer, hoy ha publicado ocho libros; a lo mejor por eso, se dice, fue que recibieron a Luis Alberto como nuevo miembro de la Academia de Historia. Aborda el taxi que la llevará hasta su casa, mientras los cuatro yumbeños que estuvieron en el acto esperan el taxi para llegar a la terminal de transportes. Son las ocho y treinta de la noche; a lo mejor, esta noche Luis Alberto sí podrá dormir tranquilo…

Los frutos de la investigación.
El fruto de la investigación histórica realizada por el licenciado Luis Alberto Londoño Rosero se encuentra en sus textos. El primero fue Yumbo de Resguardo Indígena a Capital Industrial del Valle del Cauca, ganador en 1996 del Premio “Jorge Isaacs” en la modalidad de Historia Vallecaucana, publicado con el prólogo del otro maestro de la Universidad del Valle, Édgar Vásquez.

En 1997, Yumbo, nuestra comunidad, cartilla para el área de Ciencias Sociales en la Educación Básica Primaria. En 1998, junto a Hernando Cortázar, Fabio Lenis y Juan de Dios Vivas, escribe el texto Tertulias de Antaño, editado por la Cámara de Comercio de Cali.

En el año 2000, Luis Alberto aborda el tema cultural en Yumbo y publica Bitácora Cultural. Cuatro años después, con motivo del primer decenio de la Universidad del Valle en Yumbo, sale a la luz pública el texto Diez años de vida universitaria en Yumbo.

La investigación adelantada de la mano de la comunidad mulaleña arroja el libro Mulaló, Historia y Tradición de una Comunidad Afrocolombiana del Valle del Cauca, publicado en el 2009. Después, en el 2010, Estancias, encomiendas, Resguardo y hacienda en el Mpio. de Yumbo.

En el 2011, las largas charlas de Luis Alberto Londoño con los adultos mayores yumbeños se entregan a la comunidad por medio del libro La gente de Yumbo cuenta su historia.

Además de lo anterior, Luis Alberto Londoño Rosero es el autor del guion histórico del Museo de Mulaló en el 2004, y en el año 2008 coautor de los textos del libro Yumbo, Región Empresarial publicado por la Fundación Empresarial para el Desarrollo de Yumbo “FEDY”.

Por Juan de Dios Vivas-Satizábal para www.todosesupo.com.

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