Poderoso Caballero Es don Dinero.
Es galán, y es como un oro,
Tiene quebrado el color, Y pues es quien hace iguales
Al duque y al ganadero, y al cobarde hace guerrero,
Pero pues da calidad al noble y al pordiosero,
Y pues al pobre le entierra y hace propio al forastero,
Poderoso Caballero es don Dinero.
Que delicia que las redes sociales se muestren más sosegadas después del incendio que se produjo en ellas por el carnaval de la política, tantos vainazos y golpes verbales de todo tipo, los resultados de las elecciones para el Congreso efectuadas el 9 de marzo pasado resisten toda interpretación.
Ya sabía a vinagre los cientos de miles de tamales a malagradecidos, las pataletas de Uribe y las no menos fieras sutilezas de tahúr de Santos. Todos autoproclamándose ganadores y a la vez escondiendo la rabia por unas cuentas que no les cuadran en el viejo ábaco, sacando el puñal guardado bajo la ruana, para denigrar o degollar los comentarios apostillados del contrario. Cosas de la política.
Los rayos y centellas de los primeros fueron más sonoros y mediáticos que los que el mismo Zeus osaba lanzar. Mientras tanto se muere de sed la Orinoquía. Cosas de los dioses olvidados.
Los ríos de tinta de los académicos y analistas inundaron las páginas de la gran prensa, de tal modo que sus predicciones suenan a modernas cajas de Pandora, caballos de Troya y desfile de ñoños, predicciones que dejaron pasar inadvertidos los primeros amagos de lluvia del cobarde invierno, que se niega a desencajar aún de las nubes, como se niegan los políticos a dejar el sillón del poder.
Lo único cierto es que el país está más polarizado que una bobina de Tezla o un artefacto electrónico de alto potencial. Su rumbo está bien a la diestra como diría el maestro Carrasquilla, que se reirá en su tumba, al ver el destino de ese pueblo pintoresco que plasmó en sus novelas, no le extrañara para nada que siga siendo pobre pero Uribista, mermeladero pero Santista, afín a la ultranza de una derecha decimonónica dejada por el tinglado de su obtusa tradición, de los mesteres de clerecía que sus modernos mesías entonan.
Yumbo se puede dar por bien servida si se le compara con otras regiones, un solo pueblo que elige tres representantes a la Cámara es un pueblo que se deja seducir de la política y su tinglado. Aunque la costa Atlántica dio muestras de ser más productiva en estas lides. Cosas de la gente de las regiones.
Cómo lo advirtió el abuelo Quevedo, poderoso caballero es Don dinero. Cuando le decía a su madre, los otros también lo hacen, que al oro él se humilla, el mismo al que un pueblo también hace, se mueven ante la riqueza, agitan sus masas y ya se sabe desde los romanos cuán importante es el pan. Cosas del estómago.
Así sea el pan duro que les ofrezcan y que se ablanda con unas encías desdentadas de palabras y se baja con el café amargo del tiempo que diluye su mermelada. Estando satisfechos con la acción de los dones y su elección, las tribunas se apagan y las diatribas se callan. Cosas de la decencia.
Por Lucas Montero para www.todosesupo.com.
Lucas Montero. Poeta y docente yumbeño, autor del libro Las mujeres de Lucas, 2011. Formó parte del equipo del espacio radial Torre de Marfil, la palabra con altura.