Por Diana Marcela Ante Vergara, estudiante alianza Universidad Santiago de Cali y ADN.
Desde la llegada de una mascota a nuestros hogares hasta su fallecimiento, experimentamos diferentes emociones. Los animales se convienen en miembros queridos de la familia, fieles compañeros con los que se comparten momentos de alegría y tristeza demostrando que el amor trasciende las barreras del lenguaje.
Perder a una mascota no es algo fácil y aunque para algunos es un lamento superficial. para la mayoría representa una conexión rota. Por ello, así como se vive el duelo por un familiar o un amigo, también es usual vivirlo con la mascota que nos deja para siempre.
En varias oportunidades he vivido esa experiencia, han sido golpes dolorosos y me ha costado acostumbrarme a cada pérdida. Recuerdo que cuando estaba pequeña la experimenté por primera vez con la muerte de un pollito (de esos que los padres compraban y no sobrevivían ni tres días). Lloré mucho y aunque ml madre trataba de consolarme, no podía sobreponerme.
A pesar de ello. no lograba cerrarme a que otros animalitos llegaran a mi vida.
Algunas mascotas dejan una marca imborrable en la vida y la relación con estos seres perdura en la memoria y el corazón después de su partida Es válido llorar por ellos.
Original publicado en el diario ADN Casa Editorial El Tiempo S.A., página 7.
Diana Marcela Ante Vergara. Yumbeña estudiante de Comunicación Social Universidad Santiago de Cali.