Por Boris J. Abadía V. para www.todosesupo.com
Tuve la oportunidad de dejar Colombia para vivir en el exterior hace ya casi veinticinco años. En ese entonces llevábamos poco tiempo en el nuevo milenio y en la mente de casi todos estaban las expectativas de modernidad y progreso para el mundo, para Colombia y puntualmente para Yumbo, que veía como pasaban los años y permanecía en un estancamiento difícil de digerir, teniendo en cuenta los altos ingresos que percibía a través de los impuestos de las múltiples empresas que residían en el pueblo. Pero la realidad era ésa.
El valor más importante de Yumbo fue y seguirán siendo los yumbeños, gente trabajadora, servicial y sobre todo alegre, esto último a pesar de las múltiples carencias del municipio. De ese año recuerdo que las calles estaban mal pavimentadas y cada cierto tiempo tenían que repararlas; no había semáforos y las congestiones vehiculares en la bifurcación hacia el Cementerio o en Las Américas eran desesperantes. Recuerdo también que nuestro río prácticamente no existía, solo era la morada de gallinazos, de drogadictos y de malos olores que se sentían cada vez que se pasaba por el puente de la desordenada galería.
Tengo muchos recuerdos de mi pueblo. Allí viví mi infancia y mi adolescencia y aunque ya ha pasado ya casi un cuarto de siglo desde mi salida, aún conservo en mi mente momentos felices con mis amigos en los parques del pueblo. A pesar de no ser estos muy aseados, tal y como el resto de las zonas públicas de Yumbo, incluyendo las vías peatonales: vivíamos bien con lo que nos tocaba vivir. Al parecer no existía un presupuesto suficiente para mejorar la calidad de vida de los yumbeños o éste se destinaba para otras cosas. Pero bueno, supongo que durante todo este tiempo aquellos problemas desaparecieron. ¿O no?

Boris J. Abadía V., comunicador social y escritor yumbeño radicado en España. Autor del libro Recuerdos en la Guaca de San Jacinto. Editor de www.desdemipuntodevista.es
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Boris aquí no ha cambiado nada. Lo único son unos cuantos semáforos que mantienen en mal estado; las calles iguales, sin andenes dignos. Pero, como usted dice, los yumbeños nacidos aquí vivimos felices en este pueblo con lo que nos tocó.