Por Juan de Dios Vivas-Satizábal para www.todosesupo.com
La experiencia de los yumbeños con la radio se remonta por allá a los años treinta del siglo pasado, cuando la muchachada yumbeña fue cambiando sus costumbres y a los juegos callejeros les agregaron las excursiones a las casas de Yumbo adonde había llegado la radio. Primero donde Joaquín Arias en la carrera 2ª con calle 14, después donde el sastre Ángel María Benítez, luego donde Santiago Espinosa Bejarano en la plaza principal.
Y al relatar los hechos de aquellas épocas hay que decir que hubo padres de familia y abuelos de la época, en 1935, que murieron sin asimilar el acortamiento de distancia causado por el cajón de música. Para la muestra un botón (de radio): a los hermanos Velasco Puente los castigaron sus papás no por llegar tarde, sino por mentirosos: ¡Cómo se les ocurre meternos el cuento de que llegaron tarde porque estaban oyendo una pelea de boxeo desde Nueva York!, según me contaba don Agustín Velasco Puente, quien fuera concejal y miembro fundador de la Sociedad de Amigos de Yumbo.
Igual escepticismo fue el que asaltó a muchos cuando surgió la televisión y murieron con la creencia de que esas cosas eran inventos del demonio: “Cómo nos van a venir a decir, y dizque a mostrar, que el hombre fue a la Luna. ¡Esos son inventos de los gringos que son unos descreídos!”
Pero bien, sin más interferencias, hay que decir que el audio para los yumbeños durante muchos años no fue sólo a través de las ondas hertzianas de los inmensos radios de tubos que estaban en algunas casas, sino que también los habitantes de Yumbo se dieron sus modos para difundir a través del éter lo que pasaba en nuestro pueblo.
De “radio Ciudad de Yumbo” a Yumbo Estéreo 107.0 FM
Habrían de pasar muchos años para que la capital industrial de Colombia tuviera sus propia radio, de manera inicial con una emisora no legalizada ante el Ministerio de Comunicaciones, “Radio Ciudad de Yumbo” llamada así porque cerraba el dial de la frecuencia del AM que en los años ochenta abría la emisora de los Rodríguez Orejuela, Radio Ciudad de Cali en el 530 del AM.
La emisora de los yumbeños a inicios de los 80 estuvo funcionando inicialmente en una pequeña pieza del cuarto piso del edificio de la carrera cuarta con calle cuarta, barrio Belalcázar, y luego en una casa del barrio Las Cruces, calle cuarta con carrera 11, con un sencillo transmisor que no superaba los 10 vatios de potencia, según recuerda Germán Candelo Miranda.
En esos sitios se dieron cita los gomosos de la radio: Álvaro Emilio Posada y Juan de Dios Berrio (con programas comunales), Marcial Vásquez (en los deportes), Germán Candelo (el costeño de Yumbo con los programas de vallenatos), Fernando Vásquez Palacios, Libardo (un muchacho del barrio Lleras con una excelente voz y de quien se dice que está radicado en Venezuela) y muchos otros que en plan de novelería o porque quisieran un toque de popularidad iban hasta el sitio donde estuviera el estudio de emisión de Radio Ciudad de Yumbo.
La intercesión del entonces alcalde de Yumbo, Jairo Arturo Romero González, impidió que el pequeño equipo de radiodifusión fuera confiscado por el Estado en 1984, luego de que la emisora fuera descubierta por los potentes equipos de detección radial de la monitora del Ministerio de Comunicaciones instalados en San Joaquín, corregimiento de Candelaria, Valle.
En los años 90, con los aires de la nueva Constitución Política de Colombia, se implementan las frecuencias para la radio comunitaria como una herramienta para la democracia participativa como lo estableció el nuevo ordenamiento jurídico de la Nación.
Con el liderazgo de la FEDY y el concurso de entidades como las Fundaciones Good-Year, Politécnico Universidad del Valle, Propal, Mac, Fas, Juntas de Acción Comunal, Iglesia Católica, Sociedad de Amigos de Yumbo, Club Rotario Yumbo-Arroyohondo, Club de Leones, Asociación de Usuarios Campesinos, Cámara de Comercio de Cali y la Asociación de Comerciantes, Yumbo en marzo de 1997 obtiene una frecuencia comunitaria, Yumbo Estéreo 107.0 FM, mediante licencia 1420.
En octubre de 1997 empezaron las emisiones de prueba y la primera voz que escucharon los yumbeños en la nueva emisora fue la de Juan Carlos Neuda, el popular “Patico”. El lanzamiento oficial fue el 1 de diciembre de ese mismo año en un ambiente de participación ciudadana y que se había manifestado en las elecciones a la alcaldía de ese año con el triunfo del licenciado Rosemberg Pabón.
Desde entonces Yumbo Estéreo 107.0 FM ha estado al aire, inicialmente con una programación de 18 horas diarias y hoy día emitiendo veinticuatro horas continuas.
Pero antes estuvo la Voz de la Guadua…
Volviendo al pasado con nuestro relato retomemos los pocos radio receptores de grandes tubos que tenían algunos privilegiados de Yumbo y la forma que se ingeniaron los yumbeños para contarse sus cosas y pasar los anuncios en un pueblo que cada día crecía por el fenómeno de la migración.
Hernando Cortázar cuenta que él conoció a un lavandero yumbeño que recorría las calles del pueblo recogiendo la ropa de paño de hombres y mujeres, la que lavaba y planchaba en su casa, para luego entregarla en su bicicleta Hércules al sonar de la corneta manual de aire. Ese hombre era don Argemiro.
Don Argemiro, los sábados cuando terminaba su labor de lavandería, planchado y mensajería, en una guadua que había hincado en el patio de su casa izaba dos cornetas New Yorker y daba inicio a su labor de comunicador social con la música y los mensajes que sus vecinos le pedían que difundiera.
Sigue contando Hernando que don Argemiro desempolvaba su equipo de sonido de tubos, última tecnología para la época guardado un escaparate de madera, de donde también sacaba un micrófono y los discos de 78 revoluciones por minuto que limpiaba con cariño con un trozo de dulceabrigo humedecido en un líquido con jabón preparado por él mismo. Finalmente, como si tratara de un ritual, don Argemiro sacaba la aguja del tocadiscos de una cajita de cobre llamativa por el perro paciente de la RCA Victor grabado en ella.
Y el aire de las calles del barrio Fray Peña de Yumbo se llenaba con el sonido carrasposo y grave que salía de las cornetas y que el viento se encargaba de esparcir hasta muchas cuadras más arriba de la vía férrea. Los muchachos y las personas adultas empezaban a disfrutar la música preferida, los mensajes de amor y de desilusión que don Argemiro hacía sonar en su tocadiscos. Dice Hernando que «La Voz de la Guadua» se convirtió en la emisora preferida del barrio, porque era el enlace sentimental cuando, por timidez, no se podía hacer una declaración de amor.
En sus pinitos literarios, Hernando habría de ganarse algunos centavos para el recreo en el colegio con la paga de sus amigos a quienes les escribió un poema que luego leería don Argemiro con su voz melodiosa, poniéndole un tono romántico, de acuerdo a las circunstancias. Diez centavos era el precio que el lavandero-locutor cobraba para que los mensajes de amor fueran difundidos por la Voz de la Guadua.
Trabajo ingrato también el de don Argemiro pues muchas veces fue insultado y llamado viejo alcahuete e irresponsable. Y es que «La Voz de la Guadua», en algunas ocasiones, sirvió para peleas y ataques de celos, porque fue mal usada para desbaratar matrimonios. Si alguna mujer le gustaba un hombre, o viceversa, lo hacía complacer sin importar que fuera casado o que tuviera su novia oficial.
Y silencian al locutor del amor…
Así como los moradores del barrio Fray Peña se contaban sus cuitas amorosas y complacencias gracias al servicio que prestó don Argemiro a través de la primera emisora del pueblo, la Voz de la Guadua, los habitantes del centro y aquellos que se desplazaban hasta la plaza, como se le conocía al parque Belalcázar, lo hacían por medio del altoparlante de Jesús Cerquera, instalado a un lado del Grill El Turista en la calle quinta entre carreras tercera y cuarta.
Cuando don Jesús izaba el altoparlante y empezaba la emisión, la juventud de la época se instalaba en la plaza para enterarse a través de las melodías de los galanteos cifrados y que dieron origen a tantos romances que llegaron al altar.
Infortunadamente la emisora fue clausurada desde aquella malhadada tarde dominical cuando Jesús Cerquera al aire fue descortés con doña Emma, su esposa:
El caso fue el siguiente. Cerquera con entonado acento romántico dijo:
–“Y ahora para complacer al par de tortolitos que están debajo del almendro y los que están en el kiosco, escuchemos `Piel Canela’ de Voy y lo Capo…”
–“Voy y lo Capo no; ¡Bobby Capó, viejo bruto!”, le ripostó doña Emma.
–“¡Usted no se meta, vieja güebona, que yo hablo como a mí me da la gana!”, le gritó Jesús.
Al otro día, lunes a primera hora, la primera mujer alcalde del Municipio de Yumbo, Celina Caicedo de Arango, clausuró la emisora y ordenó perentoriamente que Jesús Cerquera no volviera a hablar por micrófono alguno, al menos mientras ella fuera la primera autoridad de Yumbo.
Los anuncios por los altoparlantes del templo parroquial
Desde finales de los años sesenta hasta mediados de los ochenta, «la Voz de la Guadua» cambia de estatus cuando los curas españoles la modernizan utilizando las torres del templo del Señor del Buen Consuelo. Por los altoparlantes parroquiales se enviaron mensajes sociales, el anuncio del fallecimiento que por esas calendas eran escasos, la programación religiosa, el nombre de la persona que había llegado a Yumbo y necesitaba que los interesados supieran que debían ir a recibirlo frente al atrio del templo…
Eran los altoparlantes del templo el medio por el cual los yumbeños se enteraban de los Decretos municipales, de manera especial aquellos por los cuales se declaraba turbado el Orden Público y se decretaba el toque de queda. Todos estos mensajes, la mayoría de veces, eran leídos por Miguel Lenis Vivas o su hermano Bernardo. Los yumbeños se acostumbraron a la voz de Miguel y aguzaban el oído cuando escuchaban que soplaba el micrófono y soltaba a decir: “Hola, hola, uno, dos, tres…”, para probar el sonido.
La atención de los yumbeños se la ganó Miguel Lenis sobre todo porque pasaba los anuncios del Teatro Belalcázar por los parlantes del templo todos los días a las doce meridiano y a las seis de la tarde. Muchos yumbeños aún recuerdan el énfasis que ponía cada Semana Santa cuando promocionaba la infaltable película «El Mártir del Calvario» con «Enrique Rrrrambal…». Él, en los anuncios, contaba la película hasta cierto punto, dejando a todos sus oyentes expectantes porque terminaba diciendo: «y ahora a verla esta noche en su teatro Belalcázar…».
A raíz de las diferentes tomas del templo por parte de líderes sociales, estudiantiles y sindicalistas que transmitían sus mensajes políticos en los convulsionados años de los decenios de los setenta y ochenta, los anuncios por los parlantes fueron suspendidos.
Fin de la emisión…
Hoy en día en los barrios populares las juntas Acción Comunal han reivindicado el papel de la guadua y el parlante. Paso por el barrio Bellavista y alcanzo a ver las guaduas y los altoparlantes. Me detengo a escuchar a Luis Hurtado y a Jairo Gamboa, quien desde su casa donde tiene montada la única biblioteca comunitaria de Yumbo, cuando se dirigen a sus vecinos. Sonrío y pienso que a pesar de la Internet, el real audio, el Tunein radio, las App de los celulares y demás avances tecnológicos de las comunicaciones, la Voz De La Guadua aún perdura.
Como dice Hernando Cortázar: No olvidaremos la Voz de la Guadua porque ella constituyó nuestra primera emisora…, y desdobla aquel mensaje de amor que todavía conserva en el bolsillo de su camisa y que tantas veces leyó don Argemiro…
Gracias, Juan de Dios por darnos un poco de historia de nuestro pueblo.
Gracias Juan de Dios!! Hoy he disfrutado de tu artículo. Volví a recordar mi barrio, las complacencias …nuestra gente, nuestra historia..