Por Alexander Muñoz para www.todosesupo.com
El padre de familia se queda calladito cuando ve que su hijo lleva unos repuestos de moto y los esconde en el patio de su casa. La madre ve que su hijo anda armado y reza a Dios para que no se meta en malos rollos. La vecina de al lado exclama: “se lo busco”, “se lo merecía”. “No me gusta la política”. “Yo voto pero me da igual quien suba”. “Yo recibo dinero porque no soy la única persona, si todos nos pusiéramos de acuerdo en no recibir, hasta lo pensaría”. “Son ladrones…, todos son lo mismo”. Un estudiante de décimo grado dice: “la política no sirve para nada”, “policías, políticos y ladrones son igual a médicos y abogados, no valen la pena”.
El profesor Hernando Cortázar cree que es posible, cree que se podría rediseñar una nueva cultura educativa, cívica, política y social. El ingeniero Antonio Muñoz Cárdenas define: “como una situación estática y anestésica mental del pueblo; como una cultura incrustada del terror y la barbarie que va dejando secuelas. La violencia por parte de grupos armados al margen de la ley y narcotráfico van sembrando una cultura del terror. La violencia creada por la delincuencia común y organizada, entre otros factores crean un suculento plato malevo y miserable”.
La conserje María, de Sintrampio, cree que se ha perdido la lucha, solidaridad, valores y ética. Recuerda que el Sindicato proponía reivindicaciones sociales y reivindicaciones laborales, dice: “Ahora reivindican ir con el político de turno para que acomode a sus familiares o amigos; ya las justas callejeras no les interesan, así vivan en un barrio donde ni siquiera han resuelto el problema del agua”. Continua diciendo: “¿Quieres saber cómo acaban una guerrilla? Dándole treinta senadores y treinta representantes a la Cámara. ¿Quieres saber cómo acaban un sindicato? Involucrando sus dirigentes en la política, haciéndoles creer que si tienen un representante éste luchará por las conquistas laborales”. Al día siguiente me he encontrado con un líder comunal y me dice: “Todos estamos dispersos cada uno hala para su lado, para su conveniencia. Creo que el problema radica en las palabras: “ir con el ganador” “estar con el que tiene el dinero” “hay que estar con los que son”; creo que estamos sometidos al sistema.
Encuentro en más conversaciones callejeras apuntes que van tejiendo una colcha de retazos, situaciones distintas pero homófonas que rayan con lo que podríamos coincidir en una descomposición total del tejido social, pero con la misma idea de remendarlo.
Pienso que son muchos temas para abordar; el querer hacer de la noche a la mañana un país en el que sus calles sean pavimentadas y cubiertas con mármol o azulejo va ser muy difícil por las diferentes situaciones por la que hemos pasado desde la Conquista y las diferentes guerras civiles que hemos afrontado; la violencia no solo de hace cincuenta años en la que afloran las guerrillas campesinas y guerrillas ideológicas. A todo esto hay que añadir las creencias, mitos y leyendas; esa idiosincrasia pujante y atravesada, ese espíritu guerrero y valiente; esa cultura débil educativa, ese campesinado.
Podríamos resolver todo en un instante y pedirle al Presidente que nos devuelva la Ley laboral y de salud que se nos hurtaron en la década de los noventa. Que nos devuelva la educación y que sea gratuita. Que nos entregue el mar Pacífico o el Atlántico con playas relucientes para recibir quinientos mil turistas al año. Que nos devuelvan los puertos que privatizaron. Que nos devuelvan Ecopetrol para que vivamos de las riquezas del petróleo y no seamos el único país que tiene petróleo, pero el que no puede repostar el auto por su elevado precio, sus impuestos, IVA y aranceles.
Que nos devuelvan el transporte con subsidio. Que nos devuelvan el Seguro Social. Que nos devuelvan las carreteras, y acaben con los peajes privados. Que nos devuelvan las aerolíneas. Que nos devuelvan el agua. Que nos devuelvan las hidroeléctricas, que nos devuelvan, que nos devuelvan.
He estudiado detenidamente los 23 puntos que negoció el extinto grupo armado en paz M-19 y no vi por ningún lado pedir en la mesa algunos puntos de los que aquí esbozo; o por lo menos que no hubiese fuero militar, ese fuero que permite que los militares siembren cruces por todo el territorio nacional. Revisado los cinco puntos de negociación en la Habana oteo que hay unos acuerdos programáticos muy importantes y que es posible que dentro de esas negociaciones por lo menos la reforma agraria sea tenida en cuenta.
No se observa que se toque el fuero militar, no se observa que se toquen los recursos naturales saqueados por las grandes multinacionales, o que se diga que se va a nacionalizar Ecopetrol, o que se van a sacar las retroexcavadoras que rompen el suelo en busca de oro, cóltan, carbón, níquel, entre otros recursos mineros.
Cuando pregunté hace tiempo por el fuero militar me dijeron que si el fuero se tocaba, los militares no permitirían acuerdos de paz, y que si se hubiese hecho a la fuerza en la Asamblea Nacional Constituyente de los noventa, Colombia tendría que haber asistido a un río de sangre de toda la militancia asesinada del extinto grupo armado que dejo las armas. Y claro que preguntar por recuperar y nacionalizar los recursos naturales saqueados y usurpados por las multinacionales extranjeras equivaldría a que los americanos no dieran luz verde para agendar la paz con los grupos al margen de la Ley.
Hoy hay otra dinámica y podría resultar que este ejercicio democrático y civilizado llegue a buen puerto; hoy no existen los casi veinte mil uniformados de las Autodefensas o paramilitares. Hoy si bien existen grupos al margen de la Ley son grupos que ruedan a rueda suelta, algunos con ayuda de mando y jurisdicción pero que en la práctica no cuentan con el respaldo y contubernio gubernamental como en los años noventa hasta las postrimerías del dos mil seis.
Todo lo anterior para darle connotación y validez a este proceso de paz que se avecina desde La Habana, donde se han incorporado elementos muy importantes y relevantes como el posconflicto; un elemento nuevo donde se va tener la oportunidad de reparar, de contar la verdad y de rectificar.
En cuanto a tener hombres y mujeres en la cárcel, yo me inclino por darles libertad a todos los terroristas, a todos los sublevados en armas de ambos bandos, me inclino a favor de darle la libertad a todos los extraditables sin excepción. Me inclino por sacar de las cárceles a todos los implicados en esa cruda realidad de la guerra que se vivió en el otrora; y a partir de 2016 hacia abajo darle libertad a todos los nexos con rebelión, sedición, asonada, terroristas, de todos los bando, incluyendo a las fuerzas militares y policiales, y paramilitares. Y digo esto porque hay que hacer borrón y cuenta nueva, y es a partir de la fecha que todo lo que se mueva en el terror, se haga como dice la santa Biblia: “ojo por ojo, diente por diente”. Queriendo decir que se debe implantar la pena de muerte para todo asesino, para todo violador de niños y para toda persona que no respete la vida.
Yo sí creo que el blindaje para que se le respete la vida a esta nueva generación que vendrá proponiendo un modelo de país civilista, nuevo, y educado, tendrá que salir de la reconciliación con rectificación donde todos los involucrados en el conflicto armado se den la mano en igualdad de condiciones.
La vida continuará y Antonio, María, Hernando entre otros con los que he compartido estos temas; se levantarán al día siguiente de la firma del tratado de paz y tendrán que ir a laborar porque la vida continúa, y la paz solo se da en el corazón de cada persona; en el trabajo que permite comprar los alimentos, o el trabajo que te da un salario para pagar arriendo o que me permite comprarle los zapatos al nene para que vaya con zapaticos al colegio.
La paz tiene que ser el resultado de un encuentro del Estado con el pueblo, un encuentro con la sociedad donde la persona sea el centro primordial garantizando derechos y se permita vivir con dignidad.
La dignidad es el trabajo y éste nos hará vencedores de la guerra en la medida que se respeten los derechos, que el pueblo entienda que sí es importante la persona, que sí es importante tener un buen mandatario, que sí es importante vivir en paz, y todo ello se llama respeto.
Luego el sonido de las balas y de la guerra, la culpable de todos los males, o las cuatro letras, habrá desaparecido y tendremos que seguir aunando esfuerzos para que vengan otros procesos civilistas y se pueda vivir en un país moderno y desarrollado.
Luego la vecina de barrio podría decir, no vendo mi conciencia, o el estudiante de undécimo grado podría decir: La política es un arte de servir, un arte de hacer las cosas bien, un arte de gobernar, y un arte de saber esperar.
Alexander Muñoz. Escritor yumbeño radicado en España. Autor de la novela Mula Hijo-Puta (2015, Incipit Editores) y el libro de poemas 31 poemas silvestres. Reinsertado CRS y exiliado político en España.
Febrero de 2016/ Valencia Sp. Verdeviche1968@hotmail.com
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