Por Fernando Cuéllar, líder de cuenta, Dattis Comunicaciones
A pesar de que muchas personas se proponen metas cada año, pocas las mantienen o continúan trabajando en ellas. En este sentido, algunos investigadores señalan que debemos buscar propósitos que estén alineados a nuestros valores personales; es decir, a algo que sea valioso para nosotros y no para los demás.
Y es que, se necesita poco tiempo -y ningún esfuerzo- para abandonar los hábitos y propósitos más saludables. Pero ¿por qué existe esa desconexión entre lo que se quiere conseguir y la realidad?
Cómo enfocar esos propósitos: el primer paso según la Dra. Claudia Sánchez, Gerente Médica de Abbott en Colombia, es cómo estructurar el reto. “La palabra ‘propósitos’ puede tener una connotación negativa. Podría implicar que nos ha faltado motivación para algo. Es preferible la idea de establecer ‘intenciones’.
“Cuando se trata de hábitos saludables, cuando nos centramos en lo que podemos añadir a nuestras vidas, en lugar de lo que ha faltado, nos encontramos en una mejor posición para seguir adelante con el cambio de comportamiento. De lo contrario, podemos sentirnos exitosos durante unos días porque nos hemos restringido, pero luego llegamos al fin de semana y recaemos.” El enfoque consiste en realizar un cambio positivo. El éxito a largo plazo reside en los detalles. “Lo que nos lleva a romper nuestros propósitos es que sean muy amplios. Céntrate en las pequeñas acciones“, afirma la Dra. Sánchez.
Siga la metodología SMART: los objetivos generales de mejorar la salud o estar en mejor forma no son cambios que se puedan hacer mágicamente, se necesitan acciones específicas para conseguir esos resultados, como comer alimentos más ricos en nutrientes y aumentar la actividad física. Necesitas objetivos SMART (por sus siglas en inglés) para conseguirlo. SMART: Específicos –Specific-, Medibles –Measurable-, Alcanzables –Achievable, Realistas –Realistic y de Duración Limitada –Time-bound.
Si se crea el objetivo con un enfoque en los hábitos nutricionales saludables, un objetivo SMART podría ser:
- Específico: considerar los nutrientes en cantidades suficientes para alimentar el cuerpo, pero también para satisfacer los antojos.
- Medible: hacer un seguimiento de lo que se consume para asegurarse de que el cuerpo está recibiendo lo que necesita. Aprender si se obtiene éxito o es necesario modificar algo en específico.
- Alcanzables: los objetivos que no se pueden cumplir razonablemente son inútiles y frustrantes. Quizá 3 a 5 raciones de fruta y verdura al día sea algo que podamos alcanzar. Pero, hay que pensar en pequeñas metas alcanzables -como 1 o 2 raciones- que podrían cumplir ese objetivo mayor.
- Relevante: ¿el objetivo planeado es útil para la meta?
- Oportuno: no perder de vista los objetivos diarios, semanales, etc. Registrar los progresos, aprender de los hábitos actuales y realizar los ajustes necesarios. Puede que comer fruta y verdura en la cena funcione mejor que en el desayuno.
Otra forma de avanzar en ese propósito es buscar asesoría de un profesional de la salud, y así mismo aplicar la metodología SMART.
Comunicación y paciencia con nuestro cuerpo: está claro que ser SMART es una parte importante para mantener el compromiso. Pensar en lo que se está comunicando al cuerpo también es un componente vital para mejorar dicha relación.
“Lo que deberíamos decir sistemáticamente a nuestro cuerpo con nuestras acciones es que vamos a cuidar de él. Te daré el combustible que necesitas, los sabores que te gustan y la satisfacción que anhelas“, explica la Dra. Sánchez. “Puede que una noche le demos más porciones de pizza de las que necesita, pero lo escucharemos y la próxima vez añadiremos proteínas y fibra a nuestra comida“.
Como cualquier otra dinámica importante en nuestras vidas, la paciencia también desempeña un papel clave. Con frecuencia se ven recaídas ocasionales como un fracaso. Eso no sirve de nada. En lugar de eso, es bueno replantear estos momentos como oportunidades para aprender sobre cada uno, crecer y mejorar. Esta comprensión ayuda a la mente y al cuerpo a tener éxito de manera conjunta, estableciendo patrones que permiten una mejora sostenible.
Entender los antojos y cambiarlos a nuestro favor: los antojos pueden ser un reto, pero cuanto más conozcamos nuestro cuerpo y sus reacciones, mejor nos resultados hay. Utilizar los antojos para averiguar qué está pasando en el día a día. Pueden ser un buen termómetro. Si se mantienen los mismos antojos a las mismas horas, hay que utilizar esa información para ajustarse añadiendo proteínas y fibra a lo largo del día.
Las aplicaciones de nutrición y bienestar también pueden aportar información que promueva la buena salud, siempre que los datos se aprovechen por las razones adecuadas. Una aplicación que registra lo que se come ayuda a correlacionar lo que se consume con cómo se siente el cuerpo. No obstante, esto no reemplaza la necesidad de una orientación médica profesional.
“Apoyarte de herramientas como las apps podría hacerte pensar: ‘debería añadir una fuente de proteína magra a mi desayuno de mañana, en lugar de solo tomar café, lo que podría ser una opción equilibrada’. Pero es importante considerar que las aplicaciones no ofrecen el asesoramiento integral que puede dar un profesional de la salud“.
Un mismo plan no sirve para todos: los cambios en la salud vienen de aprender a gestionar mejor la relación entre cuerpo y mente y, muchas veces, el mismo plan no sirve para todos.
No hay una estrategia perfecta, ni un camino claro a seguir. Hay muchas maneras de llegar a donde se quiere. “Puede significar simplemente comer con más atención o caminar 30 minutos más a lo largo del día. Siempre que emprendamos acciones que promuevan la salud, todos podemos disfrutar de la vida con más vitalidad “.
Universidad de Antioquía. Artículo redactado con información de la Universidad de Antioquía. Del propósito al hábito: cómo pasar de las intenciones a los hechos en el 2023.