Sobre la ira, ese terrible defecto de carácter, pecado capital, o desajuste emocional, como queramos llamarlo, es mucho lo que se ha dicho, incluso gritando. Arrebatos de ira, han desencadenado toda clase de crímenes.
¿Quién no recuerda ese pasaje bíblico donde nos cuentan que Herodes, lleno de piedra porque los reyes de oriente lo habían dejado viendo un chispero y no le contaron dónde era que estaba ese niño que llamaban el Salvador del Mundo, y entonces mandó a matar todos los infantes de Belén y territorios circunvecinos? Desplazados por la ira de Herodes, José, María y el pequeño Jesús, tuvieron que salir a buscar asilo en Egipto.

Eso nos cuenta la Biblia, pero en la contemporaneidad tenemos ejemplos de arrebatos de ira que han puesto en peligro la estabilidad del mundo. No es sino recordar la piedra que se le salió a Nikita Kruschev en la XV Asamblea de la ONU, celebrada en octubre de 1960 en Nueva York, y empezó a golpear con su zapato el escritorio generando el momento de mayor tensión que casi desencadena en una guerra mundial, cuando el mismo líder soviético le enrostró a los representantes de Estados Unidos que ellos producían más misiles que salchichas las fábricas gringas.

Eso, pues, a nivel mundial. Pero hoy día el mal manejo de una ira, está llevando a la violencia intrafamiliar que ya nos recuerda las escenas de La guerra de los Rose, esa película estadounidense de 1989, que dirigió Danny DeVito, y protagonizada por Michael Douglas, Kathleen Turner y el mismo Danny DeVito.

Para que la ira no lo saque de casillas, no le mueva el piso, se evite dificultades y se las evite a quienes conviven con usted, les sugerimos que ensaye las siguientes técnicas; quien quita que le sirvan:

      1. Cuente hasta diez. Esta técnica nunca pasará de moda, pero hágalo llenando su abdomen de aire y luego bótelo suavemente. Si la situación es muy tenaz, haga el ejercicio durante cinco minutos, y verá que la percepción de las cosas ya no serán tan trágicas como las veía inicialmente.
      2. Siéntese. Si siente que se está enfogonando como dicen los boricuas, es decir, si se le pone roja la cara y el corazón se le quiere salir, entonces siéntese o acuéstese, si puede. De esta manera los músculos se relajan, y mientras se sienta o se acuesta, tendrá un tiempo para reflexionar sobre lo que le está volando la piedra.
      3. Cambie la imagen. Ante lo (o la, o el) que está perdiendo el control y se le está saltando la ira, cierre los ojos y visualícese soltando la ira a través de imágenes agradables. No reaccione, simplemente cambie la frecuencia de sus pensamientos por algo agradable.
      4. Evite lo que le pone de mal genio. Los viejos decían que huirle al peligro no es cobardía, por eso si usted es de los que se le sale el apellido con facilidad, pues evite debates polémicos, personas agresivas o que tengan puntos de vista muy diferentes a los suyos.
      5. Sepa cómo es usted. Muy de la mano de la anterior técnica, reconózcase en cuáles situaciones pierde el control. Por eso es bueno que lleve una bitácora en la que registre las iras y vaya identificando qué es lo que lo hace perder el control, y entre a corregirlas.

    1. Que la ira no lo lleve a gritar. La costumbre de golpear o gritar es algo que pasó de moda. La milenaria sabiduría china enseña que quien grita o golpea es porque no está seguro de sus argumentos y perdió la discusión.
    2. Evite ser motivo de ira para los demás. Alejarse del iracundo, tarde o temprano, le llevará a entender que la respuesta agresiva a cualquier disgusto no funciona. No olvide que para pelear se necesitan dos…
    3. La risa, remedio infalible. Sin buscar ser evasivos, es bueno que las situaciones que nos mueven el piso, las enfrentemos con buen humor. Pero, cuídese de caer en el humor cruel o los sarcasmos, éstos sí considerados como una forma de agresión insana que en vez de calmar, enojan más.
    4. Si le da piedra, salga a trotar. No tanto para huirle al peligro, sino que está demostrado que practicar una actividad física o algún deporte ayuda a canalizar las emociones negativas.
    5. No se trague la rabia. Se debe buscar el no tener reacciones violentas, pero se debe decir qué es lo que nos incomoda o molesta. Hay que expresar las frustraciones sin confrontaciones y a cambio hacerlo de una manera proactiva. No se aguante, porque esa olla a presión puede explotar en cualquier momento.
    6. Un poco de oración no está de más. Aprenda de los Alcohólicos Anónimos que tomaron para sí la Oración de la Serenidad. Si a ellos les sirve para no beber, de seguro que a usted también le servirá para superar ese defecto de carácter, pecado capital o desajuste emocional que tanto daño hace, la ira.

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