Hace mucho tiempo me invitaron a escribir en este medio, al igual que una propuesta de escribir mi libro y pensé: escribir, ¿de qué?, ¿para quién?, ¿para qué? Y lo más importante, ¿qué puedo aportar? Es que escribir es fácil lo difícil es ser coherente con lo que se escribe.
Corte Internacional de La Haya, lectura del fallo sobre la disputa Colombia-Nicaragua.
Entonces, ¿escribir sobre qué? ¿La paz, que todo el mundo lo hace? ¿Sobre el conflicto? Todo el mundo habla sobre ese tema; San Andrés que despertó el “nacionalismo” de la clase dominante hoy que la Corte Internacional de Justicia de La Haya nos arrebató 75.000 Km. de mar. ¿Dónde está el juicio histórico que se le debe hacer a esta clase política arrogante? Ahora sí aflora el sentido patriótico, nacionalista, de los dueños amos y señores, los desprestigiados congresistas, los ex presidentes quienes entregaron la soberanía nacional, la órbita geoestacionaria, los que llaman a gritos la intervención militar extranjera que permiten bases militares norteamericanas en nuestro territorio, todos esos son los que están “dolidos” por el fallo.
Habitantes de San Andrés
Tristes los raizales de esa otra Colombia, los que sienten realmente que les están arrebatando parte de su vida y su futuro. Antes, ¿cuándo mirábamos a San Andrés, Providencia, Quitasueño, a su gente lo más importante? No, sólo ahora porque supuestamente esta zona tiene una gran riqueza petrolera y se la entregaron a Nicaragua. Ah, entonces ahora sí a luchar, hay que defenderla a cualquier precio, ese tal nacionalismo tiene un disfraz de lobo y lo que más se mueve son intereses particulares y de tipo político para quitarle opinión sobre lo que pasa en La Habana.
El proceso de paz en La Habana
Por otro lado, la negociación de paz tiene tanto de largo como de ancho. Quienes hemos vivido estos procesos (he participado como investigador y como actor en cuatro), sabemos lo difícil que es, los intereses que se mueven, que tiene amigos pero de pronto más enemigos interesados en que la fatídica guerra continúe. Pienso que éste proceso está en un punto de no retorno; la paz es un imperativo para todos los actores.
Para las Farc, aunque no están derrotadas militarmente, si están diezmadas, ya no tienen el mismo dominio territorial, ni la misma cantidad de combatientes. Aun en el campo bélico difícilmente pueden sostener indefinidamente esta guerra, máximo con fenómenos que los han golpeado como la muerte de varios de sus comandantes más importantes, golpes a sus finanzas, la deserción permanente de sus combatientes y el daño militar que le causa la Fuerza Aérea que no ha podido contrarrestar. De todas maneras aun poseen dominio territorial en algunas zonas y la insurgencia latinoamericana, y la colombiana especialmente, ha dado muestras de resurgimiento en sus momentos más difíciles.
El gobierno arrogante como siempre parece estar convencido de que si las Farc se sentaron a dialogar es porque están vencidas, no les queda otro camino y es la hora de someterlos al máximo, doblegarlos, humillarlos y darles pequeñas dadivas que sería lo último que podrían obtener. Las Farc han ofrecido un cese al fuego unilateral, no ofensivo, amenazado por los enemigos de la paz de uno y de otro lado.
Por otro lado la brecha entre pobres y ricos es cada vez más grande, ya están hablando los empresarios de un generoso 3% el aumento al salario mínimo. Que ironía mientras la guerrilla, los militares y el pueblo colombiano anhelan la paz, los empresarios y el gobierno aplican medidas neoliberales y antipopulares que solo conllevan cada día a la pobreza, a la indigencia a la mayoría del pueblo colombiano. Por lo menos ya entendieron los dos bandos negociadores en Cuba que es trascendental la participación de la población civil. Que descubrimiento tan importante, es que somos nosotros los que colocamos los cientos y miles de muertos, somos nosotros los de a píe, el pueblo, los que llevamos del bulto; por eso somos nosotros fundamentales en esa negociación.
Es hora pues que la sociedad civil se pronuncie, que lleve propuestas a la mesa de negociación; pero que se tengan en cuenta; que no nos pase como cuando la Constituyente del 91 que nos pusieron a echar carreta y al final decidieron los de arriba, los de siempre.
Propuesta
Primero que todo se debe tener en cuenta que el pos conflicto es mucho más difícil; destruir es fácil, reconstruir es mucho más costoso social y económicamente, pero reconstruir el tejido social, el más importante de pronto es casi imposible.
Enseñar a disparar un arma es fácil, tácticas, estrategias, emboscadas, volar puentes, torres eléctricas, falsos positivos, positivos legales, bajas, muertes, etc.etc.
Lo que no hacen los grupos armados, ninguno, es el proceso contrario: resocializar, devolver al joven involucrado en el conflicto a su estado natural; decirle que ya no es un combatiente, sino que es una persona civil, un ser social y que como tal debe convivir, compartir sanamente con su entorno familiar, grupal, es decir borrarle o pretender hacerlo que ese ser que fue preparado para matar, destruir decirle que esta es su nueva vida, que es la hora de la reconciliación, del perdón, no del olvido porque el que olvida repite, de aprender a convivir con quien era su enemigo. Somos un solo país, una misma raza: pujante, sana, buena, la mejor del mundo y es esa nueva Colombia la que entre todos los de abajo, los del centro, los de arriba, los negros, blancos, indígenas, indigentes, maestros, obreros, todos debemos aportar para reconstruirla.
Esa es la tarea para que arranquemos y que Bolívar, Gaitán, Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Pizarro, Álvaro Gómez, el Grafitero, los magistrados inmolados, los raperos, los indígenas, el joven Colmenares, los N.N., las víctimas de las masacres puedan por fin algún día descansar en paz.
La propuesta concreta consiste en que firmada la paz se obligue a las partes (gobierno, guerrilla, Fuerzas Militares) a que sus ex combatientes, antes de recibir ayuda económica pasen por un proceso de desintoxicación, de resocialización, por medio del cual se evite repetir situaciones como las que viven los países centroamericanos con las bandas Mara Trucha, la 13 y tantas otras.
Por: Eduardo Pérez Bejarano.
Eduardo Pérez Bejarano
Lic. Ciencias Sociales
Magister en Estudios políticos.
Las opiniones de los colaboradores sólo comprometen a quienes los firman.