Al llegar a camerinos donde algunos de sus admiradores y gente de la prensa local lo esperaban, el maestro parecía descomponerse por la fatiga provocada antes de subir a la tarima del XX Encuentro de Intérpretes de Música Colombiana “Julio César García Ayala” de Yumbo.
La verdad me sorprendí de verlo algo desgastado físicamente. Con una ayuda para caminar trató de acomodarse en una silla, pero en el tire y afloje de los comunicadores, sonrió y esto alivió en parte mi preocupación por la salud de una de las joyas de la música colombiana vivientes.
Tomó un gran sorbo de agua, y empezó la charla, con su habitual humor sabanero de nuestra costa caribe, a detallar lo que sería una presentación impecable, como la que tuvimos fortuna de apreciar; a traer en sus recuerdos aquellas canciones famosas que lo han hecho un artista muy popular en los pueblos de México, Argentina, Perú, Ecuador, Venezuela, España y en el resto del mundo entero; de recordar con prontitud sus inicios en Los Corraleros del Majagual junto a sus compadres don Calixto Ochoa, Armando Hernández, Alfredo Gutiérrez, en fin una muchachada de buenos acordeoneros y cantantes. Que terminó posteriormente fundando su propia agrupación con algunos de sus hijos ya músicos para darle un aire nuevo al ritmo sabanero, envuelto de bellas cumbias, porros, paseos y todo lo demás, pudiese crear a través de sus rítmicas y picantes melodías, Los Hijos de la Niña Luz, que por cierto en un tono simpático aclaró: “lo que pasa es que son varios, pero ninguno se parece a mí”, refiriéndose a que ha acogido a varios de los integrantes como hijos propios.
Pero mi retentiva lo llevó a transportarse en el tiempo, a aquella feliz tarde de 1996 cuando se presentó por última vez en nuestro municipio. “Claro que la recuerdo, fue en un sitio muy popular e ícono de este pueblo maravilloso, después lo agregaría a la letra de un famoso tema, que ustedes mismos hicieron éxito”. En aquella tarde logré tomar una foto, mientras aguardaba su turno en la cabina del DJ antes de ir a tarima. Tomando el micrófono e improvisando una tonada, descubrí que su voz, seguía impecable, o tal vez mejor, y al ritmo de “Cumbia del amor”, el lugar se prendió, como decimos en el vocablo popular.

Pero ahora a sus 77 años, los cuales confesó parecen ser más por el trajín de las giras, su profesionalismo se hace aún impecable y demostró por qué sigue siendo el preferido en las fiestas navideñas y de fin de año. Por qué su legado discográfico, que cuenta con más de 100 trabajos, se nos hace imposible no bailar algo como: El Guayabo de la Ye, La Matica, Adicción, Baracunatana, Senderito de Amor, El calor de tu piel, Campanas de Navidad, La Boyana, en fin, un repertorio que perdurara por años en nuestra bella tradición cultural y bailable.

Por Wirley Cabrera, especial para www.todosesupo.com.

Wirley Cabrera. Director ejecutivo en la Fundación Cultural y de Investigación Histórica Huellas Ancestrales; escritor, dibujante, gestor cultural, investigador en historia y cultura.