Justamente frente al edificio del Palacio del Liévano me encontré unos amigos de la vieja guardia, mecánicos, finalizando abril de 2013. Nos dirigimos a un restaurante cerca de la casa del burgomaestre capitalino en horas del medio día. En el almuerzo pude conocer que se venía la destitución del primer mandatario de la capital colombiana, al cual respondí observando unas caras como diciendo éste loco que pinta; dije: “Lo mejor que le puede pasar a la izquierda colombiana es la destitución del burgomaestre Gustavo Petro Urrego”.
Aunque debo confesar que no tenía claro lo de una injusta suspensión de derechos políticos, sólo había pensado en los beneficios que podría capitalizar la izquierda en tres aspectos: uno, frenar la avanzada reeleccionista del presidente Santos. Dos, retomar una campaña digna del voto en blanco, y tres, pensando en que Gustavo Petro podría unir la izquierda frente a la indignación que el pueblo está padeciendo en temas socio económicos, corrupción, narcotráfico, desamparo en el agro, inseguridad, entre otros elementos que tienen al pueblo tomándose las calles; y por ende se requiere de un doliente que se solidarizarse y se meta en las protestas callejeras abanderando la indignación. Este comentario sano lo tiré por las redes sociales, y claro, los trinos no se hicieron esperar, pude recibir insultos, como igual compañeros y amigos que compartieron mi posición un poco ida.
Después de haber pasado por el último Encuentro Mundial de la Izquierda Europea en Porto, Portugal; y de hacer parte de la colectividad de izquierdas en España, el panorama que percibo es desalentador en cuanto a la unidad y a la solidaridad. En dicho encuentro mundial, las quejas sobre el abandono de la lucha callejera, la insolidaridad con colectivos y reivindicaciones sociales fueron unas de las tantas quejas que salieron a relucir. Y si por aquí está lloviendo, por allá no escampa.
Después de haber conocido la orden arbitraria del Procurador General de la Nación contra Gustavo Petro se me vino al corazón el ingenuo presentimiento que podría servir este episodio maquiavélico del procurador como un disparo de salida a una posible unión del conglomerado de la izquierda en Colombia, la vieja izquierda, la moderada y la de la nueva generación. Pero luego se vinieron las elecciones parlamentarias y volvimos a caer en lo mismo de siempre, caballos de sangre y de carreras, galopando desbocados por querer llegar a la meta.
Es así, veo, cómo la izquierda cada que tiene la posibilidad de hacer un buen trabajo para asumir gobierno, se gira y se propina un tiro en el pie. Coreamos, “el pueblo unido, jamás será vencido”, y somos el grupo más disperso e insolidario de todo el planeta, somos un grupo de caníbales ruñéndonos hasta nuestros propios huesos.
En ese mismo almuerzo pude conocer lo del voto en blanco. Aunque podría compartirlo, mi percepción es que el hambre y la miseria han ganado mucho terreno como para aventurarse en una campaña de voto en blanco sin líder y sin dinero. “El voto en blanco, para mí, es la posibilidad de quitarle la opción a la nueva generación de líderes que desean cambiar los destinos del quehacer político; es la reacción pobre y mezquina que los fuertes ponen para poderse engullir a los más débiles”.
Yo lo que pienso es que, sí bien es cierto que hemos entrado en una etapa complicada de la política donde la politiquería se ha desbordado y ha encarcelado todos los principios éticos y morales, es urgente empezar a diseñar tácticas y estrategias que nos permitan salirle al paso a la politiquería, incluyendo parámetros y situaciones atípicas que van en contravía de los principios por los que luchamos.
Y en esa descomposición política y social donde el pueblo no reacciona, es probable que se entre con una propuesta electoral ambiciosa y ganadora del voto en blanco liderada por un personaje de alto vuelo, que permita convencer y ganar, incluyendo hasta la compra de votos.
SÍ, así de claro, es así que debemos manifestarnos y protestar frente a la descomposición social, jugando como ellos mismos juegan, jugando como el pueblo quiere; el pueblo quiere votar vendiendo su voto, pues hay que comprárselo. Que el pueblo quiere votar porque se le paga el recibo de la luz, pues hay que pagarles el recibo; es de la única, poniéndonos una pinza en la nariz, y echando para delante sin el temor de creer o pensar en alguna contradicción, no queda otro camino. Pero la realidad sea dicha, la cosa política no va cambiar, sino empezamos a pensar en asumir poder.
Yo lo que observo es que no hemos sido capaces de llevar un mensaje claro al pueblo y que el pueblo despierte de ese letargo. Es imposible que la gente siga votando por Uribe Vélez, y que sus seguidores demuestren que ha sido el mejor presidente de todos los tiempos; eso a estas alturas con todos los medios de comunicación y con todo lo especialistas que somos para demostrar las verdades, la gente tenga amnesia electoral y que olvide tan rápido la famosa Ley 100 que tiene hoy muriéndose la gente en las puertas de los hospitales; la Ley 50; más de la mitad del gabinete de gobierno uribista investigados, otros en las cárceles y otros huyendo. Identificado en los EE.UU como el narcotraficante Nº 82, sus hijos involucrados en corrupción. Demostrado que es quien inicio los grupos paramilitares, entre otras cuantas acusaciones verificables; y la gente siga creyendo en su inocencia y en su buen gobierno. Es inconcebible, Es inaudito.
De ahí mi percepción frente a lo de Petro, como esa oportunidad de solidaridad, compañerismo y unidad no solo de las izquierdas, sino igualmente de todos estos movimientos indignados que de la misma forma hoy no los ponen a la izquierda. Todos en un frente común con miras a la posibilidad serían de poder ser alternativa de gobierno.
Si la izquierda hubiese estado unida y comprometida con los principios rectores de todo zurdo (solidaridad, compañerismo y pueblo), el procurador hoy a marzo 25 de 2014 sería el embajador en Brasil del gobierno Santos. Personalmente, y viendo los toros desde la barrera, Santos después de los últimos sucesos con el caso Gustavo Petro, le ha dado a la izquierda una bocanada de aire; se le ha estallado una granada en la mano, desconociendo y mirando de reojo a sus adversarios. Pero si se desea que Santos pierda la mano, y no pueda levantar un tazón de café, con esa misma mano, lo mejor es ir pensando seriamente en que sí es un buen momento para recomponer esa nueva izquierda, solidaria, comprometida y con posibilidad de hacer un buen trabajo unísono; es probable ganar una o varias batallas, es probable a posteriori ganar la guerra. El café huele y tiene un buen aroma, solo le falta azúcar.
Por Alexánder Muñoz, para www.todosesupo.com.
Alexander Muñoz
Madrid, Marzo 25 de 2014
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