Algunos hemos tenido la oportunidad de caminar por los valles, montes y montañas, donde se abre paso con las botas aplastando o haciendo a un lado las extensas plantaciones de la erythoxylum coca, como científicamente se llama a la planta de coca. Entras a una extensa montaña o a un extenso valle, y encuentras todo lo que te da tu vista, sembrados en coca. Y te preguntas dentro de tu ignorancia: ¿cuándo se acabará con esto?, si son muchas las hectáreas sembradas y muchos los que comen de ellas.
Luego los informes dicen que el mayor productor de “perica” en el mundo, en un 95%, es Colombia. Vienes a Europa y revisas los informes de consumo y te encuentras con unas escandalosas cifras escalofriantes que te hacen preguntar nuevamente, y, ¿cuantos viven de este negocio? Porque entrar toneladas de “perico” a Europa tienen que comer muchos de ese rentable negocio. Negocio que tiene en guerra abierta a los gobiernos, y en la descomposición social más inhumana con los cordones de miseria; en guerras internas, y en la miseria a los países productores, porque eso es lo que hace la corrupción, volver más miserables a los miserables.
Por eso el primer problema de Colombia no son las FARC. Llas FARC son el vagón de la locomotora, al igual que la corrupción, de una herencia cultural violenta en la que nos ha ido metiendo los que se alimentan de tan lucrativo comercio ilícito.
Las FARC, las Autodefensas Unidas de Colombia AUC, el Gobierno, las FFMM y la Policía Nacional, PONAL, todos, todos han sido permisivos, y todos han participado en esa rentable fábrica del crimen. Unos viendo pasar, otros dejando pasar; otros participando activamente en el comercio, y otros atizando la hoguera para que este negocio rentable no se termine. Unos por pasivos y otros por activos.
Y dice Juan Manuel Santos Calderón, después de reactivar los diálogos de paz en la Habana: “Es posible que a los narcotraficantes se les dé un tratamiento de delito político”. ¿Será posible? Esto es una afrenta contra todos los que luchamos en contra del narcotráfico, es una burla a todos los que hemos puesto muertos en esta sangrienta guerra de más de 30 años cuando aparecen los vengadores de justicia, y las manos negras cobrando justicia al servicio de los carteles de la mafia. Es un insulto al Derecho Penal, y una carcajada al Derecho Internacional.
Pero lo que si es cierto, es que hay que encontrar la fórmula. Para mí no puede ser que se le dé ese estatus de delito político; eso sería un escándalo de dimensiones mayores y un hazmerreir en el concierto internacional de países que dan la guerra sin cuartel a la lacra de los carteles mafiosos. Pero sí hay que buscar la fórmula, sí hay que hacer la paz con los grupos al margen de la ley, sí hay que desmovilizar a los nuevos carteles de la droga, y sí hay que hacer la paz hasta con las BACRIM. Santos Calderón no puede caer en la traición y el mal proceder de Álvaro Uribe Vélez con las AUC, se les prometió una cosa y les salieron con otra, así jamás habrá paz.
Perdón y olvido es perdonar y volver a empezar, es la reconciliación sin retrovisor. No podemos entrar a negociar y a desmantelar una banda criminal y al día siguiente asesinarlos escalonadamente o enviarlos en extradición; si de eso se trata, que no haya paz y que no haya perdón y olvido y métanlos en una zona despejada, rocíenles gasolina y enciéndanles fuego.
Los americanos hacen de la ley su conveniencia, si “das dedo” y te vas de boca, pues la cadena perpetua ya no será perpetua, pagas con 5 años y a la calle. Si colaboras con la justicia y delatas y ayudas a combatir el crimen, lo más probable es que se te respete la vida y te perdonen la pena de muerte. Esta es la fecha que muchos narcotraficantes hoy no gozan del raspao o del cholao en Jamundí, sino que se dan la gran vida en Manhattan, Miami o Cancún; gracias a las bondades y a los acuerdos de narcos con la justicia americana. Carlos Ledher colaboró con la justicia americana y de 50 cadenas perpetuas sólo le rebajaron a dos, y dicen los medios de comunicación que por su colaboración con la justicia gringa, le perdonaron la pena de muerte.
Así que si hay flexibilidad, y sí hay interés, tiene que ser a lo “chibchombiano”, no mancillando la Constitución, (que por cierto es una colcha de retazos), ni el Derecho Penal; sino en una negociación de perdón y olvido por una sola vez y que sea para casos excepcionales como el perdón a la guerrilla. Esa misma ley tendrá que servir para las FFMM, para las AUC y para todo aquel que en fecha determinada, se desarme, se comprometa a desmovilizarse, inclusive a los grandes carteles de la droga; y hacer la paz.
Hago mención a las fuerzas Militares y de policía, porque ellos han incurrido en crímenes de lesa humanidad, han participado conjuntamente en la guerra cogidos de la mano con las AUC; en falsos positivos y en asesinatos selectivos. Y si hay perdón para uno, pues perdón para todos; borrón y cuenta nueva. Claro está, que se debe adquirir un compromiso con todos los colombianos de bien y entregarnos las memorias escritas de esclarecimientos de los múltiples asesinatos, un museo de la guerra de los últimos 30 años de conflicto armado, reparación de víctimas y el compromiso a la no reincidencia.
Yo lo que creo es que después de toda esta historia y todo lo que ha pasado con las guerrillas colombianas, de tantos muertos, de tanta gente desaparecida, de tantos torturados, de este baño de sangre innecesario, ni los propios excombatientes tomarán un fusil para defender lo que no se puede defender. Defender un estado mafioso, o defender un gobierno mafioso desde lo local hasta lo nacional no tiene sentido para volver a empuñar un arma. Tampoco tiene sentido que regresen los grupos paramilitares porque al parecer ambos bandos criminales y ambos bandos mafiosos han dicho claramente, nos hemos equivocado en la guerra, reconociendo que son otras épocas, otros escenarios y otras oportunidades.
Lo que avizoro es que ambos bandos han quedado en tablas, un momento excepcional en los que un comandante de un lado le aprieta la mano al otro, en señal de paz, en señal de desgaste de ambas partes. En el momento en que desaparezcan los grupos armados al margen de la ley, las bandas criminales que ha ido dejando el conflicto armado y la descomposición social, en estos últimos 30 años. Desaparecerán de acuerdo al movimiento político alternativo y a la voluntad del gobierno de turno de entrar en la modernidad y en la civilidad, en la que la constituyente refrende el camino de la paz y del nuevo país.
Una nueva cultura del respeto a la vida, una nueva cultura del respeto a la cultura ciudadana, una nueva cultura educativa y una nueva cultura política nos dará la posibilidad de poder soñar, o de poder dejar un país en vía a la modernidad a nuestros nietos.
Por: Alexander Muñoz. Especial para www.todosesupo.com
Alexander Muñoz
Reinsertado CRS y exiliado político en España.
Diciembre 5 de 2014/ Valencia Sp.
Verdeviche1968@hotmail.com
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