
Foto para www.todosesupo.com
Por Álvaro Sanín Gómez para www.todosesupo.com
Para conocer el historial taurino de Yumbo, en el Valle del Cauca, hay que remontarse a los primeros años del pueblo y poder entender su modo taurófilo. Sin establecer fechas, a mi manera de ver, pudo venir de Cali, la capital, por su proximidad a ella.
La historia registra que a la “Gran Ciudad” llegó desde España hacia 1892 una cuadrilla de toreros encabezada por el matador de toros Tomás Parrondo, El Manchado, nacido en Madrid el 21 de septiembre de 1.857. El Manchado llegó a esta plaza acompañado de varios banderilleros que se conocieron con los remoquetes de Salerito, Masantinito y Minuto; los dos primeros españoles y el tercero, mejicano.
De las diversiones que se entregan a los pueblos de origen español ninguna, pero ninguna, alcanza la popularidad de las corridas de toros. ¡Yumbo, no podía ser la excepción!
Todos, cuál más cuál menos, tenemos la inclinación a torear. Es muy raro el niño, y aún un adulto, que al pasar cerca de una res, aunque sea un manso, no intente provocarle; y sí el manso embieste, se forma la “fiesta”. “…El que ama el peligro, perece en él”, dice un viejo adagio.
Debió a esa afición, en Yumbo comenzaron a levantarse los primeros “cerrados” con talanqueras de guadua, abundante en aquél tiempo, con el fin de soltar allí algunas reses. ¡Esa fue su principal distracción! Sus moradores se inventaron el pretexto de las fiestas patronales. No tenían otra distinta con fuerza suficiente para convocar a todo el pueblo y de esa manera conmemorar fechas patrias y religiosas.
¡Qué viva la fiesta brava!, decían las gentes que presenciaron la corrida, donde actuó el torero español “Morenito de Cádiz”, que había venido a estas tierras. Contrajo matrimonio en la ciudad de Cali con el firme propósito de retirarse de este dificilísimo y peligroso arte.
Por cosas del destino, Arturo Pastrat, que así llamaba el espada español, encontró la muerte donde el quizás nunca imaginó. Arturo Pastrat de manera voluntaria había venido sin cobrar un solo centavo, tan solo por colaborar con los organizadores de las fiestas patronales. La tragedia se vivió en una plaza de toros improvisada, ubicada en el lugar que hoy ocupa la plaza de mercado en los primeros años de la segunda década del siglo 20.
Las fiestas de mi pueblo
Con motivo de las “fiestas de mi pueblo” se celebró en nuestro municipio la Feria Taurina Yumbo 88, con la participación de matadores nacionales, figuras de la torería mundial.
Suenan clarines y timbales, para dar comienzo a la que ha sido considerada la mejor feria taurina de todas las épocas en el municipio de Yumbo. Todo estaba dado para presenciar dos lindos espectáculos. La plaza de toros portátil La Nacional, con capacidad para 5.000 espectadores; su estructura metálica, brinda al aficionado seguridad.
Para siempre recordar, el sensacional mano a mano entre Jaime González “El Puno” y Jairo Antonio Castro, el sábado 1° de octubre de 1.988. Y el 2 del mismo mes, el otro duelo entre Enrique Calvo “El Cali” y la primera figura del escalafón mundial, Cesar Rincón.
Lo más importante es que guardo en mi mente el lindo espectáculo que presencié. Con decirles que fue tanta la emoción, que le envié al alcalde de la época, un telegrama que decía:
Gracias señor Alcalde por darle al Pueblo,
la oportunidad de ver los toros desde la barrera.
Cabe mencionar que las figuras que conformaron dichos carteles, todos se han cortado la coleta.

