¡Oh, tiempos aquellos en que en las tardes lo único que a veces se quemaba en Yumbo era el pan de las Quintero!
O las únicas llamaradas que se veían eran las de las Domínguez quemando las ollas de barro, o las de los galpones de don Abelardo Polanco o Pío Baffoni…
Hoy lo que vemos arder son las lomas que nos circundan…, y todo por la indolencia de algunos habitantes, malos hijos de Yumbo.
Gracias, organismos de socorro, gracias Miguel Ángel Perdomo, gracias Alberto Valencia Puente y demás muchachos y muchachas, gracias por su valor atendiendo estas emergencias…