Nota del director: En la noche del miércoles 18 de diciembre de 2019 falleció la señora Nidia Chicué de Nates, gran mujer trabajadora. Para su familia nuestras condolencias.
El presente perfil lo escribió el gestor cultural Wirley Cabrera Rubio para www.todosesupo.com y fue publicado el 17 agosto de 2016. Como un homenaje y testimonio de gratitud, por la vida de doña Nidia, lo publicamos de nuevo.
La mujer biónica de los yumbeños…
Por Wirley Cabrera Rubio para www.todosesupo.com
A finales de los años 70, Lindsay Wagner encarnaba el papel de una bella maestra de escuela, quien después de sufrir un accidente en paracaídas, es intervenida quirúrgicamente con autorización del gobierno americano, reemplazando algunas de sus extremidades por elementos biónicos. Esto suena divertido para la serie de televisión de aquel entonces…
Pero un día de verano de 1980, conocí a la verdadera “Mujer Biónica”. Mi madre y yo esperábamos en el segundo piso de la terminal de transportes de Cali el bus que nos traería a Yumbo, cuando escuche de forma casual a un joven decirle al despachador ¿Sale primero la Mujer Biónica? En ese momento pensé en la hermosa Lindsay Wagner, mis ojos la buscaban y mi pecho se agitaba con emoción.
Al instante cuadra el bus Chevrolet 1969 con numero interno 57 de Trans-Yumbo, desciende un señora de estatura mediana, delgada, piel blanca, que vestía unos vaqueros ajustados y una blusa de color azul. Se dirige al despacho, saca varios billetes de 50 pesos, paga la planilla, sube al autobús de nuevo, lo enciende y mi madre solo atina a decir: “ahí no me monto”.
Treinta años después, por esas casualidades de la vida, conozco a Ericka y Ángela Nates, bellas hijas de la “Mujer Biónica” que había visto en la Terminal de Transportes de Cali. Posteriormente quise saber más de la vida de esta dama ejemplar, pero no vivía en Colombia desde hace varios años. En el 2014 regresa a su tierra donde había formado su familia de siete hijos, y en una charla informal me contó detalles de lo que fue su experiencia como la primera mujer de Yumbo que condujo un bus de servicio intermunicipal. Su memoria aun prodigiosa la hizo devolverse unos 35 años atrás, a un principio lleno de dificultades y retos, que la hicieron famosa por su apelativo.
Sin autorización de nadie reemplaza su camioneta por un bus…
Su decisión de tomar el volante se debió en gran parte a la dificultad económica para mantener el hogar con su taller de modistería. Con determinación y pesar vendió su vieja camioneta Ford 1956, a quien llamaba cariñosamente María Cristina, y así logró adquirir el bus que le produjo varias satisfacciones, pero también muchos dolores de cabeza.
Madrugaba todos los días a las 4 de la mañana; preparaba con rapidez el desayuno para sus hijos, pero un día se cansó de esperar a la persona que los cuidaba y se los llevó consigo a trabajar, tal vez un par de vueltas. Por seguridad, los acomodaba en el primer asiento, donde podía observarlos por el retrovisor, y después con un lazo grueso los aseguraba para evitar alguna caída o accidente. Pero infortunadamente le tocó enviarlos a un internado en Palmira, por seguridad y para su preparación académica.
Muchas veces le tocó disfrazarse de hombre para evitar el machismo mezquino de los hombres y mujeres, que no veían este asunto como algo normal, y que esta actividad no era acorde para una mujer decente.
“Siempre me supe comportar como una dama, aunque esos muérganos (motoristas de la empresa) me hacían unas pilatunas en la ruta, que me sacaban de quicio, me aburrían, y no alcanzaba a producir lo suficiente. Pero demostré con todas las ganas, que una mujer con determinación y arranque podía lograr sus metas, sin la necesidad de entrar en pleitos, aunque algunos no me pagaran el pasaje completo y se volaran por las ventanillas. Fui capaz de manejar un bus con mucha responsabilidad, aunque no supiera nada de mecánica. En una ocasión sin saberlo, maniobré de buena manera y salvé la vida de mis pasajeros, cuando me quedé sin frenos en la ruta de la carreta vieja: fue un susto muy verraco. Después de luchar mucho con ese cascarón lo rediseñé como casa rodante para viajar al Brasil, pero no me dieron el permiso por ser el bus un modelo viejo”
Ahora gozando de un apacible descanso a sus casi 85 años, doña Nidia Chicué, que así se llama nuestra “Mujer Biónica”, recuerda que lo importante fue mantener unida a su familia, a pesar de las circunstancias y retos que nos impone la vida, entendiendo al final, por qué le decían la “mujer biónica”, no por su fuerza física, sino por la fuerza de su corazón.
Yumbo, 17 de agosto de 2016.