Por: Manuel Alberto Barragán Tovar para www.todosesupo.com
En momentos oscuros como los que estamos viviendo, siendo atacados por una pandemia que amenaza nuestras vidas desconociendo situación y estrato social, mostrando qué tan vulnerable somos sin importar títulos académicos o posición que ocupemos dentro de nuestra población: todos igualmente vulnerables y con el mismo riesgo. La vida nos muestra la fragilidad y el poder que puede ejercer la naturaleza sobre las malas decisiones que hemos tomado, decisiones que al final afectarán por igual a cualquiera sin interesar que hagamos en el momento en que la dificultad se presenta.
Es en esta situación donde podemos analizar qué tanto queremos y apreciamos a quienes viven con nosotros: establecemos prioridades e importancia real a los seres humanos, observamos cómo el dinero y los bienes materiales acumulados hasta ahora no han de servir para mitigar la pandemia de la cual no conocemos mayores detalles más allá de su nombre.
Confinados de manera responsable en nuestros hogares con la finalidad de no contagiarnos, descubrimos que dejamos de compartir espacios valiosos con los individuos que están todos los días cerca; estimamos, y esperamos que no sea tarde. Vienen a nuestra mente un sin número de situaciones que hacen entender que no valoramos de verdad las personas que tenemos permanentemente a nuestro lado; desearíamos devolver el tiempo o que se prolongara esta realidad sin riesgos; quisiéramos recuperar ese período que hoy entendemos se ha perdido por estar enfocados en otros menesteres menos importantes que las personas, la familia y los seres que amamos. Hoy deseamos haber advertido con mayor prontitud todo esto, pues no sabemos si lograremos salir de este nefasto escenario.
En esta misma época, valoramos más las personas, entornos y circunstancias que vivimos y tenemos y que en el afán de pensar en un aspecto netamente económico hemos olvidado. El dinero hoy no es tan primordial como la salud y la vida; el acumular bienes materiales y entregar a nuestras familias bienestar a partir de lo monetario paso a otro plano.
Lo esencial ahora es la salubridad y la existencia; cómo proteger verdaderamente a quienes amamos; disfrutar este instante alrededor de la familia es la prioridad. Lo que no logramos deducir en un análisis profundo es cuál fue la etapa donde dejó de serlo; porque solo en el tiempo actual es donde sentimos que podríamos perder todo, nos hemos acordado ahora de lo realmente significativo para el ser humano; ¿en qué momento nos perdimos y dejamos que las situaciones superfluas y sin importancia tomaran la delantera?, es algo no entendible para el hombre; pero que deberá quedar ahí siempre en nuestro consiente y así no repetir esta historia.
Razonamos ahora que la espiritualidad es transcendental, por ello en el confinamiento alrededor del hogar recordamos que la oración y el creer es significativo. Que no es necesario asistir a un templo en particular, pues desde la casa, acompañados de nuestros seres queridos, podemos encomendarnos al Creador, a suplicar por su protección.
Tenemos que recordar en el instante que se nos otorgó el saber; la posición de individuos pensantes sobre esta tierra y actuar de manera coherente con la humanidad y que la sabiduría y la buena utilización de la misma nos llevará a mejorar los estilos de vida errados que hemos escogido. Es un tiempo de reflexión; sin importar nuestro credo tenemos que volver los ojos a este inmejorable libro llamado Biblia en el cual más que doctrinas y desacuerdos encontraremos el mejor texto de urbanidad nunca conocido: un manual donde se nos exhorta y enseña cómo realizar adecuadamente nuestras actuaciones hacia el beneficio personal y colectivo. Adicional nos muestra las consecuencias que tendremos si tomamos por el camino equivocado, tal y hasta hoy lo venimos haciendo.
Es tiempo entonces de enderezar la manera de vivir y reconocer que las ayudas están siempre en las manos; y, que la falta de sabiduría y el afán por obtener bienes que no han de servir para nada, han llevado a que en el momento tengamos la peor de las situaciones y que estemos en peligro inminente como sociedad.
Reflexionar sobre el compromiso que individualmente se tiene con la humanidad y la forma cómo deben cambiar las actuaciones del ser humano en camino a una existencia realmente benéfica y con contenido social se hace indispensable. Aprender de los errores, y una vez superada la emergencia recordar los momentos de incertidumbre vividos y las pérdidas de vidas humanas a causa de nuestra irresponsabilidad es urgente. Un cambio de formas de vida amparadas en pensamientos distintos y una manera de actuar responsable, ética y moralmente aceptable serán más que necesarias para no repetir una historia que nos está llevando a la destrucción paulatina del planeta y por consiguiente de la humanidad.
Una transformación en la mentalidad, actuaciones y comportamientos sabios son necesarios en el ciudadano, y dependerá de las formas de actuación posterior a la pandemia las que demostrarán la inteligencia y sensatez del individuo. Nuestras conductas actuales basados en el individualismo, apego por lo material, desapego por lo espiritual, solo mostrarán la falta de evolución que como humanos tenemos y que mereceremos una y otra vez rechazos y ataques de la naturaleza hasta que se entienda y tenga claro un cambio definitivo de esas maneras de comportarse nocivas, que cada vez asesinan más personas inocentes comprometidas con la sociedad.
¿Acaso hay esperar una nueva pandemia o mal incurable para tomar conciencia de lo que realmente corresponde elaborar como individuos y la utilización profunda de la sabiduría que poseemos y con la cual podremos salir adelante? Realizar un alto, un borrón y cuenta nueva es vital con el fin de lograr combatir la enfermedad actual y evitar que esta situación se repita.
Manuel Alberto Barragán Tovar. Capacitador y Conferencista independiente en temas de motivación personal, administración, Logística, Emprendimiento. Administrador de Empresas.
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