Por Juan de Dios Vivas-Satizábal
El aislamiento preventivo en el que estamos desde el sábado 21 de marzo a las 00:00 horas tiene sus cosas positivas como, por ejemplo, descubrir el retorno de los animales silvestres y algunos semidomesticados a los predios citadinos, dando por descontado la más importante de todas como lo es el ser la única forma efectiva de contener la propagación del nuevo coronavirus, bautizado como Covid-19.
Muchos podrán decir, y con sobrada razón, que para el grueso de la población colombiana ha sido la peor tragedia vivida hasta ahora, pues los alimentos no llegan a sus casas y las necesidades no dan espera, y ellos requieren, precisan, de toda nuestra solidaridad. En ese inmenso grupo de colombianos están aquellos que viven en el rebusque diario, y todos con sus familias están en las estadísticas del DANE engordando las cifras de la pobreza multidimensional de nuestro país.
Las cifras de colombianos en la pobreza son contundentes, aunque muchos las desconocen porque están más pendientes, a lo mejor, de la apertura de los campeonatos de fútbol (o Ligas como le llaman hoy en día); o a la espera de la nueva serie que por las plataformas de streaming se emitirá. Esto en el entendido de que se tenga con qué pagar la afiliación o recurrir al amigo que comparta la señal de Netflix, Amazon, HBO, Fox Play, etc., o los que quieran pagar el Win Sport+.
Cirtando al periódico digital El Mundo.Com, que a su vez toma los informes del Departamento de Estadística Nacional, Dane, tenemos que:
“Es realmente deplorable la situación económica que padecen muchas familias en nuestro país, pues el porcentaje de personas clasificadas como pobres respecto al total de la población nacional fue 27,0% en 2018, frente a la tasa de 26,9% de 2017, según las cifras de pobreza monetaria publicadas por el Dane”.
“Ello indica que los índices de distribución del ingreso nacional son muy inequitativos e injustos y que mientras unos aumentan con notable vigor sus ingresos-finanzas, una gran cantidad de personas y de familias colombianas se empobrecen cada vez con menor posibilidad de recuperar medios estables e imprescindibles para su adecuado sostenimiento y manutención”
“Es mucho decir que el índice de pobreza en la población colombiana, tal y como se ha registrado, para el año 2018 fue del 27% de la población, lo que significa que hoy puede ser muy superior y que el asunto es muy grave, siendo que en el país hay en total 48 millones 258 mil 494 habitantes. Si ello es así, y debe serlo pues lo dijo el Dane (julio/2019), está claro que actualmente existen mucho más de 16 millones de colombianos en medio de las nefastas y deplorables situaciones que genera la pobreza”.
Esa es la triste, dolorosa, cruel realidad… Cada quien desde su conciencia podrá ponerle el adjetivo que quiera; pero es la realidad. La misma que nos impele a ser solidarios en estos tiempos de pandemia, tiempos que ni el más oscuro de los agoreros o de los realistas llegó a pensar que pasaría…
En todo esto pensaba en la mañana del pasado miércoles 6 de mayo, a la vez que añoraba las muchas veces que subí a trotar a las lomas que circundan nuestro casco urbano, entre ellas la cima de La Trompa del Diablo, aquella cima que los yumbeños de antaño conocieron como el Alto del Floral, y también la fauna que se encuentro en aquellos parajes: el bichafué, el azulejo, el cucarachero, la guacharaca, la tijereta, los pellares en inmediaciones del humedal de la Universidad del Valle, y el gavilán…
Cerca a nuestras residencias por estos días han retornado las aves… Y mientras pensaba en la cantidad de pobres que tenemos en nuestro país, mientras veía las dos torres de conducción eléctrica que coronan la cima de Bellavista no había visto que, un poco más de 30 metros delante de mí, estaba posado, sobre una vieja antena de televisión, un hermoso gavilán…
Viéndolo recordé al tristemente célebre Jaime Michelsen Uribe, el fallecido presidente del antiguo Grupo Grancolombiano, propietario de un banco cuyo símbolo era un águila. En los años 80, cuando aumentó escandalosamente sus ingresos con autopréstamos prohibidos que llevaron a la quiebra a muchas personas, una periodista del diario El Tiempo de Bogotá títuló en primera página que él no era un águila sino un pulpo…
Algunos podremos darnos el lujo de soportar el aislamiento en casa sin pensar qué vamos a comer porque la nevera y la despensa está llena… Sin embargo, son muchos quienes pasan por la angustia al saber que todo se acaba, y también los hay quienes ven la tragedia como la oportunidad para enriquecerse (aunque no todos de manera lícita).
Recordando a Jaime Michelsen Uribe (tan emparentado con familias de expresidentes colombianos) no pude tampoco de dejar de pensar en los banqueros colombianos, aquellos que siguen poniendo trabas para desembolsar los préstamos que pueden evitar la quiebra de muchas pequeñas y medianas empresas… En este 2020, como que estamos en la era de los gavilanes…