Por Boris J. Abadía V., para www.todosesupo.com
No sé en qué momento determinado se me quitó la inocencia extrema, suponiendo que la tuviese, al entender que ignoraba que en el mundo existían y que la gente aceptaba y aprobaba aquello de las categorías en las personas. Pensaba que todos éramos iguales, algunos con más oportunidades que otros o con más suerte, para el que la quiera llamar así, pero no por eso llegaban a ser unos ciudadanos con mayor o menor rango. Pero no, resulta que sí existen clases, que algunos valen más que otros, que algunos países son más importantes que otros y que los problemas de unos acaparan más la atención que los de otros.
Ni siquiera una pandemia ha logrado quitar ese concepto entre la gente acerca de las clases de personas. No ha sido suficiente con que el país “más importante” del mundo tenga el mayor número de contagios y de muertes para poder aterrizar a aquellos que se sienten de mejor nivel ni tampoco con que aquel virus les haya irrespetado ese estatus y siga causando tanto dolor, ese mismo dolor que también les sigue llegando a los ciudadanos de segunda y de tercera clase, porque al final de cuentas al coronavirus no le importó eso de las categorías.
Está claro que algunos países acaparan más la atención tanto en los medios de comunicación como en el interés de la gente. Lo que pueda parecer importante en determinada región, no lo es en otra. La noticia del ataque terrorista en las Torres Gemelas de Nueva York, con un saldo de más de dos mil muertos tuvo una repercusión mundial, como no podía ser de otra manera, mientras que los atentados constantes en Oriente Medio, por ejemplo, como ya es información cotidiana, en un noticiero puede ir al mismo nivel que los deportes, también, por ejemplo.
Los 600 mil afectados que han muerto este año por malaria en el mundo no han despertado mayor interés que los casi 800 mil fallecidos por Covid-19. No es porque el virus esté de “moda”; es porque este último sí nos afecta a los más cercanos, a los “ciudadanos de primera o de segunda”, lo que les pase a los de tercera ya no es tan significante. Me pregunto en qué categoría estarán las 25 mil personas que diariamente mueren de hambre en el planeta y de las que tampoco se habla en las noticias porque no merecen ni siquiera nuestra curiosidad.
Mucha autocrítica y mucha acción son necesarias para conseguir que entendamos que somos iguales y con los mismos derechos, para comprender que esto se logra a través del respeto y del amor hacia todos sin distinciones, para ver cómo se le puede ayudar a aquellos que estén más necesitados y para asimilar en nuestras mentes y corazones que todos somos CIUDADANOS DE PRIMERA.
Boris J. Abadía V., yumbeño radicado en España hace 19 años.
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