Por: Luis Ángel Martínez Á. para www.todosesupo.com
Diario de a bordo es el título de un libro que, con motivo del 12 de octubre, las personas interesadas en conocer la verdadera historia del descubrimiento de América, contada por su protagonista, podrán leer. Es escrito con base en el diario de Cristóbal Colón, en el cual el Almirante registró minuciosamente día a día su primer viaje a América, desde el día de su partida de España, viernes 3 de agosto de 1492, hasta el viernes 15 de marzo de
1493, fecha en que regresó a España y se reunió con los Reyes.
En principio, este diario era un material reservado, destinado al uso e información de los Reyes de España, pero acabó siendo mucho más que un diario de navegación, pues a las anotaciones de tipo puramente marinero, Colón añadió descripciones de gentes, lugares, fauna, flora y reflexiones personales sobre toda clase de temas.
Gracias a este documento se ha podido reconstruir muy detalladamente aquel primer viaje de la Pinta, la Niña y la Santa María. El Diario, muy humano, refleja ilusiones y decepciones, dudas y miedos, el nerviosismo de una tripulación que se enfrentaba con la incertidumbre. Tiene la fuerza y la frescura de lo escrito en el momento.
Cuenta el Almirante, que “el 12 de octubre de 1492, a las 2 de la mañana, llegaron a la isleta de los lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahani. Luego que amaneció, vinieron a la playa muchas personas, unos nos traían agua, otros otras cosas de comer y nos preguntaban si éramos venidos del cielo, no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban. Todos andan desnudos como su madre los parió; no son ni negros ni blancos; todos los que yo vi eran mancebos, ninguno vide de edad de más de 30 años; muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras; todos de buena estatura; los cabellos no crespos y gruesos, como sedas de caballos; todos de la frente y cabeza muy ancha; los ojos muy hermosos y no pequeños; las piernas muy derechas, no barriga. Son gente de amor y sin codicia, que certifico a vuestras altezas que en el mundo creo que no hay mejor gente.”
Agrega el Almirante, “yo, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra santa fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos a donde nos estábamos, nadando y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuenticillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad, (…) yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro”…
Luis Ángel Martínez Ángel, escritor y profesional yumbeño. Abogado, criminólogo, politólogo; autor de los libros: “Mecanismos de Participación Ciudadana” y “Derechos y Deberes Fundamentales”; profesor universitario y Defensor Público de la Defensoría del Pueblo, Regional Cali.
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