(Crónica publicada el 13 de octubre de 2017).
Por Juan de Dios Vivas-Satizábal para www.todosesupo.com
(El 13 de octubre es el Día del Comerciante yumbeño, según Decreto 0163 de 1993. Para todos los comerciantes yumbeños, y de manera especial para Ascomy, nuestro saludo en su día).
Yumbo, de la pequeña tienda al gran comercio
Quien quiera que hoy día vea el comercio en nuestra ciudad es posible que piense que tal como lo tenemos así haya sido siempre. El yumbeño del siglo XXI es afortunado al encontrar en sus calles lo que demanda para su diario vivir: almacenes de ropa, cafeterías, restaurantes, pizzerías, droguerías, y un extensísimo etcétera que va desde las ferreterías y afines, hasta los sitios para los juegos de azar.
En el Yumbo de nuestros antepasados era común el intercambio de los productos de sus parcelas de pan coger: era un pueblo autosuficiente en materia alimenticia. Los solares de nuestras casas producían nísperos, brevas, madroños, chirimoyas, plátano, banano, hortalizas y la famosa flor de Montenegro, comercializada para adquirir lo que haría falta. Todos estos productos del campo servían para la manutención de las familias, para intercambiar con los vecinos y familiares y para venderlos al paso del tren rumbo a Buenaventura o llevarlos a los mercados vecinos, sobre todo al del Calvario en Cali en el bus escalera (“la línea”) que salía de Yumbo a las cuatro de la mañana y regresaba por la tarde. Lo que no producía la tierra yumbeña era conseguido en las tiendas de Granario Ibarra, César Ferrerosa, Nicanor García, Humberto Reyes y en la miscelánea de don Roberto Ferrerosa, y con el paso de los años en la tienda de don Luis Tobar y doña Ligia Sánchez, hoy Supermercado Belalcázar.
La migración que produjo el advenimiento de la industria en nuestro municipio hizo que los negocios de nuestros antepasados quedaran pequeños para atender a tanta gente que llegaba a poblar nuestro terruño. Los tenderos de Yumbo iban a Cali a comprar granos y abarrotes al por mayor, razón por la cual a Néstor Parra se le ocurrió la idea de montar un negocio en Yumbo, naciendo el Supermercado El Serrucho; luego llegaría Carlos Parra con La Ganga, Francisco Parra con El Avión, Héctor Buriticá, los García…. Por aquel entonces, un joven estudiante de medicina vendía papa los sábados y domingos, se casó y se quedó en Yumbo y algún día fue Secretario de Salud Municipal, ese joven era el doctor Parrita, Heriberto Parra Zuluaga.
Premonitoriamente, en 1972, el presbítero Manuel Enrique “Manolo” Richard Rodríguez, párroco de Nuestro Señor del Buen Consuelo, publicó un artículo en la revista Yumbo Industrial (editada por Luis Eduardo Zambrano) en el que le preguntó a los yumbeños de entonces: ¿Yumbo ciudad del futuro o suburbio de Cali?
En su momento el padre Manolo, que además era sociólogo, alertó sobre la importancia de que Yumbo conservara su identidad para no dejarse absorber por la metrópoli, Cali, y consideró que una manera de evitarlo era que los yumbeños empezaran a usar los servicios que el mismo pueblo ofrecía. Debíamos los yumbeños empezar a comprar en Yumbo para que algún día el comercio local progresara. Decía el padre Manolo que Yumbo crecería el día en que para comernos un cono o comprarnos una camisa no tuviéramos que desplazarnos hasta Cali.
Hoy día los yumbeños no tenemos nada que envidiarle a nuestra gran ciudad vecina y capital del Departamento. En Yumbo todo lo tenemos, todo lo encontramos, salvo algunas excepciones como salas de teatro y galerías de arte; sin embargo, ello no es óbice para seguir queriendo a Yumbo, porque el día que queramos disfrutar estas manifestaciones artísticas y aquellas inexistentes en la oferta cultural yumbeña, tenemos la ventaja de contar con un servicio de transporte público que acorta las distancias.
En la medida en que sigamos valorando lo que tenemos en Yumbo, seguiremos creciendo como pueblo: vale la pena que le sigamos apostando a nuestro engrandecimiento.
En el Día Comerciante Yumbeño saludamos a la Asociación de Comerciantes de Yumbo (ASCOMY), sus directivos y de manera especial a sus gestores.
También estaba la tienda Panamá del padre de Jairo Romero y Carlos Romero; la de Doon Nemecio, otras que estaban en La Chanca.