Por Boris J. Abadía V., para www.todosesupo.com
A estas alturas del partido, llegando casi a los 30 millones de contagiados y un millón de fallecidos en el mundo por el COVID-19, pareciera que ya es necesario cambiar nuestra mentalidad y entender que debemos convivir con este problema en la sociedad, dejando todo únicamente en nuestras manos a través de la higiene y el cuidado personal para tener una mínima esperanza de no contraerlo. Será especialmente complicado conseguirlo, entre otras cosas, por la incredulidad de algunos sobre la existencia del coronavirus, y también por la cultura de otros tantos que se saltan las básicas normas de seguridad, afectando a quienes de verdad se cuidan. Y si a ello se le añade que las entidades gubernamentales no ayudan imponiendo a que la gente cumpla con lo esencial para una prevención, sino que prácticamente los invitan a salir a la calle en desbandada, podría considerarse que se estaría viviendo en un “sálvese quien pueda” inevitable.
Dicho lo cual, esto debería ayudar a fortalecernos de manera individual o prácticamente nos obliga a hacerlo. Y eso es bueno, al reconocer que en gran parte de las ocasiones no podemos cambiar los detalles de las situaciones que no nos agraden o que pensemos que sean las incorrectas, la sabiduría debe imponerse para diferenciar cuándo se puedan cambiar y cuándo no. Como lo dice la famosa oración de los Alcohólicos Anónimos, de autor no confirmado aunque la creencia popular es que sea San Francisco de Asís:
“Dios, concédeme
Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar…
Valor para cambiar las cosas que puedo
y Sabiduría para reconocer la diferencia”.
De eso se trata en muchas ocasiones: asimilar que no está en nuestras fuerzas y sólo mediante una intervención Divina se podrá lograr el que la gente cambie su manera de pensar o actuar, y también conseguir que cada uno de nosotros entienda en qué nos estamos equivocando, para que no sigamos empeñados tercamente en alguna idea.
En lo que sí deberíamos estar pendientes con toda esta serie de cambios es en no fortalecer el egoísmo y caer en la indiferencia por lo que pase alrededor nuestro. Porque esta “nueva normalidad” de la que tanto se habla, pareciera que nos llevase al individualismo extremo, a la antipatía y a ser antisociales, mucho más de lo que ya éramos antes, algo difícil de suponerlo siquiera pero se siente en el ambiente que vamos para allá. Puede decirse que es hasta normal la desconfianza que se pueda generar por la pandemia y muchas cosas más, pero ojalá esto no sea una excusa para cerrarnos ante los demás. Lo que menos necesita el mundo en estos momentos es que se le sume una distancia afectiva con el resto de las personas a la distancia social que ya se estableció debido a la pandemia.
Se creía que tras esta situación específica la humanidad iba a sacar su mejor versión pero no fue así, tal vez por el pánico generalizado nos volvimos egocéntricos. La buena noticia es que todavía no hemos tocado fondo y se puede revertir la situación.
Boris J. Abadía V., yumbeño radicado en España hace 19 años.
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