La oficina estaba cerrada media hora antes de lo que establecía el horario, sin embargo me acerqué a la ventanilla. Un, dos, tres golpes en la reja y un desentonado: “¡buenas!”
Después de un buen rato me atiende el portero. Primero me pareció injustificada la cara de sorpresa que se dibujó en el funcionario de la Registraduría al que le pedí los programas de gobierno de los candidatos a la alcaldía de nuestro municipio. Sin embargo, no tardé en entender su reacción.
En un lugar donde no se vota por sino contra alguien -porque lo importante es que pierda el otro-, donde las campañas no intentan vender un candidato idóneo sino uno sin inhabilidades, donde los moteles invitan a votar por un candidato, donde se les llama “líderes” a los voceros del clientelismo, donde se vota porque el “jefe político” le va a dar un puestico a un amigo, donde importa menos trabajar éticamente como funcionario que “portarse bien en el directorio”, donde un candidato-empresario altruista hace obras como parte de su campaña… ¿a quién se le ocurre pedir un programa de gobierno?
“Muchas gracias”, di media vuelta y me marché.
Por: Marlium Jamir Pérez para www.todosesupo.com
Marlium Jamir Pérez /Estudiante de sociología y de estudios políticos y resolución de conflictos; miembro de la Asamblea Departamental de Juventudes Liberales, del colectivo Colombianos y Colombianas por la Paz, del Parlamento Nacional de Juventudes Liberales y del Instituto del Pensamiento Liberal ‘Alfonso López Michelsen’.