Conocer la biblioteca de Bellavista es conocer la historia de personas que sueñan con un mundo mejor. Jairo Gamboa lleva muchos años viviendo en Yumbo. Desde el Cauca llegó cuando aún era joven y, como dicen los yumbeños, tomó agua de chiminango y aquí se quedó. Trabajó en los sindicatos de Vajilla Diamante y Curtiembres Titán, hoy está pensionado por edad.
En Bellavista, asentamiento sub normal que empezó en los años setenta, Jairo limpió su lote y con su primera esposa se quedaron. Formaron familia y sus hijas estudiaron en la escuela Ceat General. Con dolor vieron que muchos de los compañeros de estudio de ellas sucumbieron a la falta de sentido de la vida y se perdieron, unos en la ociosidad; otros, fueron víctimas del flagelo de la drogadicción, envenados o asesinados. Jairo, después de la treintena de jóvenes perdidos o asesinados, perdió la cuenta.
Para romper esa espiral de muerte física y espiritual, Jairo y su esposa se convencieron de que la única manera era que los adolescentes no desertaran del sistema educativo. Y se imaginaron una biblioteca a donde pudieran llegar los niños a hacer sus tareas, a consultar los libros que por los escasos (a veces nulos) recursos de sus familias no podían tener en sus casas. Entonces, la pequeña sala y el comedor de su casa se convirtieron en lugar de aprendizaje con unos cuantos libros de los que dejaban sus hijas y los de algunos amigos.
Con Ana Lucía, Jairo continuó el sueño de darle a Bellavista una biblioteca. Foto www.todosesupo.com
Ana Lucía Valencia y Jairo Gamboa se encuentran
Asentándose en la vida, Jairo conoció a Ana Lucía Valencia, la hija del por siempre mayordomo de la hacienda Guachicona, Óscar Valencia, y Mary Castillo. Con Ana Lucía, Jairo tuvo un hijo, Óscar, quien también entró a estudiar en la Ceat General.
Mientras Óscar estudia, el panorama de muerte y la falta de oportunidades para la niñez y la juventud persisten, pero esto no desanimó a Jairo ni a Ana Lucía. Por el contrario, perseveraron porque sabían que al desfallecer bien podría ser el hijo de ellos quien también sucumbiera y entrara a engrosar las estadísticas de niños y jóvenes perdidos en Yumbo.
La sala y el comedor de la casa prefabricada, lugar de residencia de Jairo, la de placa 8N-21 de la calle 7 del barrio Bellavista, se quedaron estrechos para atender la creciente demanda del servicio de biblioteca.
Contiguo a la casa prefabricada de la familia Gamboa Valencia, Ana Lucía tiene un lote, y pensaron que sería el lugar para levantar aunque fuera una enramada. Empezaron a tocar puertas. El primero que se ofreció fue el hermano de Jairo, Miguel, hoy en el exilio, quien dio las vigas y el zinc para el techo.
Y construyeron la Biblioteca
Empezaron al revés pero ya tenían con qué arrancar. Pero, ¿sobre cuáles paredes poner las vigas y las tejas? Carlos Alberto Bejarano Castillo, político yumbeño, pero que para muchos sigue siendo el muchacho hijo de Alberto e Italia; él, Pucho, regaló los materiales para que se levantaran las paredes. Entonces llegó el cemento, la grava, la arena, las varillas y el ladrillo. En gratitud, a la entrada de la modesta sede se lee el nombre Biblioteca Carlos A. Bejarano.
Al lado de la casa de la familia Gamboa Valencia construyeron la sede de la biblioteca de Bellavista.
Foto www.todosesupo.com
Hoy día, Jairo y Ana Lucía muestran con orgullo la sede de la biblioteca: un salón de cuatro metros de ancho por siete de fondo, 28 metros cuadrados adonde acude la niñez y la juventud (y muchos adultos) en busca de conocimiento y el buen uso del tiempo libre. En promedio, 30 usuarios diarios llegan hasta la biblioteca, referente cultural en el barrio, sitio que todos conocen y aquellos que no son de allá son conducidos por los muchachos que sin proyecto de vida definido se sientan en los andenes de Bellavista.
A los usuarios no les importa que al mediodía la temperatura en el salón aumente por el recalentamiento de las tejas de zinc al sol. Pero muchos niños y jóvenes prefieren quedarse en la biblioteca de doña Ana Lucía y don Jairo y no caminar los casi dos kilómetros que les separa de la Biblioteca Pública del Imcy en el parque Belalcázar. Eso es lo que dicen Sandra y Esteban, dos niños que bajan desde el tanque del acueducto, o Marta que llega desde el sector de las piedras en límites con el barrio La Ceiba. O como dijo una madre de familia: Es que allá, además de encontrar las tareas, tienen el calor humano que les da Ana Lucía.
Ana Lucía Valencia, con el tiempo que le queda por no tener que atender hijos pequeños, se ha convertido en la
persona que ayuda a los niños a hacer sus tareas. Foto www.todosesupo.com
Ana Lucía, la bibliotecaria empírica
Ana Lucía Valencia, con el tiempo que le queda por no tener que atender hijos pequeños, se ha convertido en la persona que ayuda a los niños a hacer sus tareas, y el trabajo se le aumenta en época de la entrega de boletines por lo que a veces no se da abasto.
Han tocado puertas. Dice Jairo Gamboa que cuando la gerencia de María Lida Serna, el Imcy extendió el servicio de la biblioteca pública hasta donde ellos, pero el programa no continuó. Hoy, por gestión de Ana Lucía, la institución educativa Alberto Mendoza Mayor envía algunos estudiantes para hacer su labor social. No han tenido más apoyo y harto que lo están necesitando.
La familia Gamboa Valencia persevera en su empeño. De la mesada pensional de Jairo se pellizca el dinero para pagar los servicios públicos del salón. Ana Lucía sigue de bibliotecaria empírica, brindando afecto a niños y niñas con deficiencias académicas. Óscar, después de su primaria en la Ceat General hizo el bachillerato en el Cencoy y estudió mecánica en el SENA. Hoy trabaja como contratista en Propal S.A. y en su tiempo libre se encarga de ayudar a buscar tareas a los niños en el internet instalado en su casa.
Mientras tanto Jairo sigue en su labor de dirigente social, tal y como lo hace desde que llegó hace muchos años del Cauca, asesorando los cabildos indígenas de Yumbo, animando a sus compañeros y compañeras del grupo de adulto mayor Recuerdos de Antaño. Y sigue añorando el día en que la biblioteca con la que soñó con su esposa e hijas funcione con todos los juguetes, como dijo el joven que guió al equipo de www.todosesupo.com hasta la sede.
Biblioteca Carlos A. Bejarano. Calle 8 8N-21, barrio Bellavista. Informes: Jairo Gamboa, teléfono 6588071 .
Por Juan de Dios Vivas-Satizábal.