Decir “violín” es remontarse a Viena, Austria, a las cortes europeas y por supuesto es recordar a Stradivarius.

Región pacífica, calor, movimiento, caderas danzantes, amalgama de colores, olores y sonidos; ¿qué hace en esa mezcla de cununo, guasa, maracas, platillo y tambor un violín? Fue esa siempre mi pregunta.

No era un Stradivarius, no había una partitura frente al músico, solo sé, que marcaba el ritmo y el compás como nunca lo había escuchado: Si, un “violín caucano” que ejecutado con gran maestría, emitía sonidos magistrales y ritmos candentes de currulaos, juga, abozao, arrullos, torbellinos y demás ritmos propios de la diáspora africana asentada en nuestro territorio colombiano.

Van de mano en mano las bebidas características de la región, el arrechón, el viche y así se impregna la noche de olores, sabores, música y movimiento febril ya al compás del violín se inicia esa fiesta que nunca tendrá fin.

A lo lejos llega el sonido de la marimba, trocitos de chonta esculpidos y golpeados con amor y embrujando la noche con ese indescifrable sonido, empujan poco a poco al cuerpo que difícilmente se puede ignorar el ardiente deseo de bailar.

Se siente envidia y de la buena, cuando al saber que allá arriba, en la corte angelical, con su guitarra y su hojita de naranjo Petronio está, ejecutando su música, y pone en calzas prieta a Dios y a San Pedro tratando de acallar la algarabía que hacen arcángeles, ángeles, querubines y serafines al danzar.

Por Luz María Tenorio para www.todosesupo.com

Yumbo, Alto Dapa, septiembre 23 del 2013

Luz María Tenorio Ramírez, gestora cultural y artista plástica, nacida en Buga (Valle) y yumbeña por adopción.

Nota: Este es un espacio de opinión independiente y libre expresión donde se refleja exclusivamente las ideas del autor del artículo, por lo tanto, no compromete la posición de Los del Medio S.A.S. ni del portal todosesupo.com

DEJAR UNA OPINIÓN

Por favor escriba su comentario
Por favor escriba su nombre aquí