Por José Julián Mena Rivera para www.todosesupo.com
Si te hablan de Hélber José Domínguez, lo más seguro es que no sepas quién es, pero si vives en Yumbo debes recordarlo por su remoquete de ‘Primavera’. Nació y vivió en Cali, en los primeros 11 años de su vida; exactamente, en la Calle 13 entre Carreras 13 y 14. Luego de la explosión del 7 de agosto que sacudió a la Sultana del Valle, su padre vendió la herencia que le había correspondido y estableció su nuevo domicilio en el municipio de Yumbo, tierra de su mamá Paulina Domínguez Becerra.
Todas las ciudades tienen personajes que se inmortalizan en las mentes de sus habitantes y a Hélber José Domínguez lo conocían por ser el “borrachín del pueblo”, acepción que no estaba tan lejos de la realidad y que se ratificaba cada vez que te lo encontrabas cantando a viva voz por las calles algún bolero de Daniel Santos o de Bienvenido Granda, o cuando, ya exhausto de tanta fiesta, yacía amodorrado en la acera de cualquier calle del pueblo que lo vio crecer.
Su apodo, según recuerda su hermana Besfalia Domínguez, se debe a que cuando él era joven había una marca de ropa que se llamaba Primavera y cuyo lema era: “De las primeras, la primera es Primavera”. Un día, después de una tarde gloriosa de goles, Hélber repitió hasta el cansancio el eslogan, por lo que sus compañeros de juego no dudaron en bautizaron con el sobrenombre de ‘Primavera’. Todo esto sucedió en la antigua plaza de Zacarías, conocida popularmente como el Parque Uribe; lugar escogido por los jugadores de fútbol del sector de La Chanca para derrochar en él, todo su talento con el balón.
Quienes conocieron a ‘Primavera’ en sus años mozos, aseguran que era un habilidoso con los pies, y que, definitivamente, hubiese tenido un futuro deportivo prometedor, de no ser por sus excesos con el alcohol.
Estudió hasta segundo de primaria en la Institución Educativa José María Córdoba y pertenecía a la familia Domínguez, reconocidos por su tradición alfarera, al igual que las Cuero, las Polanco, las Nieva y las Ortiz.
Hablamos del tiempo en que en Yumbo se vivía de la venta de la olla de barro y de la siembra de la flor de montenegro que terminaba siendo vendida en la Galería Central, en la Calle 12 con Carrera 10 de Cali.
Pero lejos de su condición de adicción a la bebida, se escondía un hombre que tuvo sueños como cualquier otro. El sueño más grande que albergó era el de convertirse en jugador de fútbol profesional. A sus 71 años, se había conformado con ver su sueño materializado en su sobrino Harold Reina quien milita en el Deportivo Pereira.
Hélber era hijo del “finado” Juan de Dios Orejuela Figueroa, quien tuvo la osadía de no registrar los hijos con su apellido, tradición muy común en antaño. Al padre lo conocían con el remoquete de ‘Juan Cocha’; por saciar sus libaciones con licor. Por eso, no falta el arriesgado que declare: “De tal palo, tal astilla”.
“A ninguno de sus hijos le dio el apellido. Fuimos criados con un papá que no daba sino madera”, relata su hermana Besfalia Domínguez.
“Mi padre me enseñó el oficio de la panadería. El local no tenía nombre, pero la gente le decía el pan de ‘Juan Cocha’. Fuimos de los primeros en ese arte, claro está, después de doña Matilde y las Quintero”, añadió.
“No sólo, lo malo se aprende”, decía Hélber. De su padre heredó la destreza en el oficio de panadero, según cuentan familiares él fue quien le enseñó a la familia Bernal, reconocidos en el municipio por ejercer ese oficio y para algunos hacía los mejores pandebonos y pasteles de Yumbo.
Hélber nació el 8 de junio de 1945; tenía 71 años, cuando en circunstancias que aún no han sido esclarecidas fue asesinado. Tuvo cuatro hijos: tres mujeres y un varón; Elisa, Lorena, Yamileth y Carlos, este último murió por la violencia en los años 70, añadiendo otro motivo más a su adicción.
A sus seis hermanas no les gustaba verlo así, aunque declaran que no les daba pena porque según decían: “Él no le andaba quitando nada a nadie y le gustaba su condición de borrachín. Además, fue un buen hermano”.
“Muchas veces he intentado dejar de tomar, por lo de la presión. Pero la verdad, yo no voy a dejarlo, tengo es que dominarlo, porque cuando dejo de tomar me enfermo”, comentaba Hélber meses antes de su muerte.
A todos los yumbeños les quedará el recuerdo de alguien pacífico, romántico, bohemio, que no le hacía daño a nadie, que entonaba melodías que se enredaban al pasar por su garganta. En la Capital Industrial del Valle siempre recordarán a ‘Primavera’ como la persona que convirtió su vida en una eterna parranda.
Definitivamente; en Yumbo, siempre será ‘Primavera’.
José Julián Mena Rivera, yumbeño, comunicador social de la Universidad Santiago de Cali.