Por Marlium Jamir Pérez para www.todosesupo.com
I
No, no vengo a hablar hoy de Marilyn Manson. Recuerdo a una mala profesora de un buen colegio difundiendo en su clase un bulo, usual en vísperas del cambio de milenio, según el cual el artista en cuestión, entre otras excentricidades que sólo él se podía permitir, se había practicado una extracción de las costillas que estorbaban el alcance de su propio falo con su propia boca, o a la inversa. De cualquier forma, un signo claro y evidente del fin de la moral, los valores y, por supuesto, del mundo y de los tiempos. Finales todos que, con mucho entusiasmo, nos quedamos esperando.
Pero si la idea del fin no es precisamente nueva y parece lejos de su propio fin, no lo es menos la de la autofelación, o autofellatio, en latín para ponernos cultos o, por lo menos, aparentarlo.
Desde la figura esculpida de cierto arzobispo Konrad von Hochstaden en la la Catedral de Colonia, que data del siglo XIII, hasta una escena de la segunda entrega de Scary Movie que protagoniza el profesor Dwight Hartman. Ambos con una intención pretendidamente grotesca, pero ninguna tan idiota como la que me propongo retratar a continuación.
II
Un grupo de ciudadanos pretende desde diversas coaliciones y alianzas, ser erigido como candidato de uno u otro sector a la Alcaldía de Yumbo. Varios de ellos reconocidos con suficiencia: un exalcalde, una exalcaldesa, algunos concejales en ejercicio y otros exconcejales, presentadores de televisión, una diputada, empresarios y otras reconocidas —o no tanto— figuras públicas.
Creen hacer una serie de, pretenciosamente llamadas «encuestas», mal diseñadas de cabo a rabo: unas preguntas abiertamente condicionadas y condicionantes, una elección de la población y de la muestra sesgadas hasta más no poder, un margen de error más amplio que la propia población, una ortografía que horroriza al mismísimo demonio, unas fotografías de arqueología de Facebook…, en fin.
Un absoluto rechazo a querer conocer la percepción de la población y una competencia torpe y astigmática por demostrarle a los demás competidores, pero principalmente a sí mismos, que tienen más votantes de Google y con más dispositivos con acceso a Internet que los demás. Y luego, después del clímax, cuando se decide, bajo quién sabe qué criterios, cerrar la encuesta, gritarlo con la boca espesa de sus propios flujos, a los cuatro vientos y susurrar para sí mismos: «la próxima tiene que ser mejor», o bien, «estamos creciendo».
III
Un profundo desprecio por la técnica, por la táctica y por la estrategia, porque quienes se encargan de estos asuntos en las campañas, o bien, suelen carecer de los mínimos conocimientos que el campo requiere, o bien, su producción no es valorada como un trabajo sino como un generoso aporte de gratitud que será retribuido «cuando ganemos».
Lo que aquí se plantea no es ni siquiera un asunto moral, sino más pragmático de lo que parece: Don Vito Corleone pretendía obligar a sus rivales a retirarse o forzarlos a unirse a él. Sin embargo, dado que había empezado con muy poco capital, que no creía en la publicidad y que, a decir verdad, su producto no era mejor que el de sus competidores, no podía emplear los recursos corrientes en el mundo. En suma, su falta de fe en la publicidad llevó su Genco Pura Oil Company a la crisis, pero, por fortuna él sí contaba con otros métodos.
El concho: Para Nietzsche la idiotez consiste en tener la posibilidad de conocer la realidad, pero empeñarse en no hacerlo.
Marlium Jamir Pérez Estudiante de sociología, miembro de «Colombianos/as por la paz» y del comité ideológico de «Juventud Liberal Socialdemócrata» (JLS). Exmiembro del Parlamento Nacional de Juventudes Liberales.
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