Por Boris J. Abadía V., para www.todosesupo.com
Si usted no cree en Dios, y lo nombraré así porque es como lo he conocido siempre, no vaya a pensar que este es un artículo invitándolo a que modifique sus creencias o que le voy a lavar el cerebro para que lo haga. Por una parte, no tengo esa capacidad de adoctrinar y por la otra, entiendo que así la tuviese, esa relación con Él no debe estar basada en manipulaciones sino por una vivencia propia y real. Ahora, si hasta el momento no se ha incomodado por el título o por las primeras palabras, prosigue con la lectura y al final del escrito se dan (Dios y usted) esa oportunidad, no le negaré que sentiré mucha alegría.
No se sienta tampoco ofendido o apartado si llamo al Ser Superior con el nombre “Dios”, y usted tiene otra manera de reconocerlo (Brahma, Alá, etcétera). También este mensaje es para usted si de igual manera su conexión con Él no está pasando por el mejor momento. Lo que escribo es para animarlo a reactivar esa cercanía perdida, no a cambiarle lo que usted crea. No me interesa hacerlo porque como sé que somos hermanos y es lo importante, independientemente de sus convicciones, le respetaré eso siempre. De hecho, al decir que somos hermanos, reconozco el ser hijos de un mismo padre, ese padre al que por lo que sea le pusieron otros nombres, pero que es un solo ser según mi opinión, pero no es el tema de hoy.
Entiendo que los problemas que cada uno tengamos nos pueden llevar a tomar decisiones equivocadas y no actuemos con sabiduría; que veamos que cada vez llegamos más cerca al fondo y esa luz que necesitamos que aparezca, pues no brille. Que sintamos ese afán por una guía, por un consejo que nos lleve a mejor camino o por una protección ante el peligro. Todas estas necesidades las puede y las debe cumplir un padre natural, lo malo es que en muchas ocasiones esto no sucede así, ya sea por abandono, muerte o porque la relación no haya sido la mejor. Un amigo también puede ayudarle en determinados casos, pero las prioridades de él no somos nosotros ya que cada quién tiene su vida. Entonces, si se pregunta a quién debemos recurrir, creo que Dios es la mejor opción y podría hasta decir que es nuestra única opción.
No se trata de fanatismos, se trata de una relación directa. Con una total confianza, mayor que cuando usted la tenía con su mejor amigo de infancia o adolescencia, aquel que le contaba sus secretos o sus preocupaciones y con el que encontraban entre los dos las soluciones que se requerían. Pues cuando contamos con Dios es aún mejor, el camino es más claro y la mente se libera para hacer lo correcto y no caer en la desesperación, a estar tranquilos. Sí, a tener esa tranquilidad como cuando se subía usted a un columpio y confiaba en que no se iba a caer porque al otro lado estaba su padre natural cuidándole. Al ser también Dios nuestro padre, tampoco nos dejará caer.
No le garantizo que cuando usted le dé esa oportunidad a Dios, automáticamente va a liberarse de las dificultades que conlleva el vivir, pero sabrá, con mucha sabiduría, seguir el sendero adecuado para salir de ellas o afrontarlas. En tiempos tan difíciles como los que estamos pasando, y así parezca complicado de creer por aquello de la libertad de poder hacer lo que queramos sin reglas ni complicaciones, estoy convencido de que es más fácil tener una vida al lado de Dios que otra, apartado de Él.
Boris J. Abadía V., yumbeño radicado en España hace 18 años.
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