Nota del director: Este artículo fue suministrado por Mahmoud A. ibn Marlium Jamir y se publica con la autorización de la autora.
Por Piedad Córdoba Ruíz.
La semana pasada conmemoramos el decimosexto aniversario luctuoso de un legendario luchador por la libertad de los pueblos. Se trata del líder palestino Yasser Arafat. Arafat se forjó como líder en el siglo pasado y salió a la luz pública justo después de la llamada Guerra de los Seis Días, cuando Israel derrota y hace ceder a los árabes excepto a un grupo relativamente pequeño de guerrilleros comandados por el hombre de la keffiyeh. Durante este período de su vida, la lucha de resistencia armada en el mundo no era mal vista e incluso había sido legítima.
Pero poco a poco y al ritmo que dictaba el paso del tiempo, Arafat empezó a convertirse de un estratega militar en un diplomático que ganó —junto a Isaac Rabin y Shimon Peres— el Premio Nobel de Paz de 1994.
Fue asesinado por el sionismo un sinfín de veces, pero su habilidad de oler el peligro le salvó la vida. Vida por la que transitó con absoluta austeridad hasta que fue confinado en Ramallah y envenenado a manos del sionismo aún sin la luz verde que pidió Ariel Sharon a George Bush.
Pero su causa y su legado no murieron con él. Su lucha por una Palestina libre sigue vigente ahora más que nunca, pero sobre todo —y en mayor medida— su solidaridad con los pueblos oprimidos porque entendió que la paz no es un asunto local sino que trasciende a todos los pueblos. Y «mientras alguien proponga muerte sobre esta tierra» como dice la canción, la paz estará incompleta.
Por eso, el mejor homenaje que podemos hacer a ese «pequeño gran hombre» es revisar su vida, su incansable búsqueda de una paz completa y, por supuesto, su pensamiento. Sea esta la oportunidad para adoptar ese optimismo y certeza en la paz que no enseñó el personaje de la v de victoria siempre en sus manos.
Piedad Esneda Córdoba Ruíz (Medellín, 25 de enero de 1955), es una abogada y política colombiana. Ha sido miembro del Partido Liberal durante toda su vida política. Defensora de Derechos Humanos. Como congresista trabajó principalmente por los derechos de la mujer, las minorías étnicas y sexuales (sociedad LGBT) y los derechos humanos.
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