Llegados a este punto del partido en el que, bajo condiciones normales, tendríamos que estar haciendo balances acerca de todo lo que hicimos o dejamos de hacer en este año, pero dada la anormalidad de este convulsionado 2020, no creo que muchos se atrevan a querer ponerse en aquello. Muchos proyectos se quedaron en el aire, tan en el aire como quedaron miles de personas que perdieron sus trabajos por reestructuración de las empresas o simplemente porque éstas quebraron. Pero el remezón más importante para la humanidad en este tiempo fue los ochenta millones de personas contagiadas en el mundo, de momento, y sobre todo los, dentro de poco, dos millones de fallecidos por causa de ese virus que para muchos no existe, pero que fue la referencia global durante este periodo y al que llamaron COVID–19 (o coronavirus, para quienes teníamos la duda de escribir “El Covid” o “La Covid”).
Parece que toca escarbar bastante para encontrarle algo positivo al año que va a terminar y no llegar a pensar que lo bueno sólo se redujo a formar expertos en crear Tic-Toc o en utilizar aplicaciones para hacer videollamadas grupales. Sin embargo, y aunque lo anterior sea similar a una broma, la realidad es que no lo es ya que, en este caso, si algo bueno trajo este 2020 fue que muchísima gente, así sea por necesidad, aprendió a utilizar unas herramientas tecnológicas que por pereza o lo que fuera, no empleaban anteriormente. Las personas mayores cada vez usaron estos recursos para poder tener un contacto con aquellos a quienes no podían tener de una manera cercana gracias al confinamiento general, otro término utilizado en grandes cantidades durante esta última vuelta al sol. Las calles y avenidas vacías en las ciudades, como consecuencia de este encierro obligatorio, trajeron una mejoría en la calidad del aire y además muchas imágenes de animales paseándose por los núcleos urbanos con la absoluta tranquilidad que les representaba el hecho de que los seres humanos no estuvieran cerca de ellos.
Un año que prácticamente empezaba con la muerte en un accidente del basquetbolista Kobe Bryant y de su hija no tenía una buena pinta, pero jamás pensamos que nos pegaría estos zarandeos tan significativos. Sin embargo, y así cueste, no está mal tratar de buscar lo positivo que el 2020 haya podido dejar. Como lo que hayamos perdido evidentemente no se podrá recuperar, utilicemos esas energías de lamentarnos de todo lo negativo, en agradecer algo bueno que haya pasado y valoremos las enseñanzas que este “año atípico” (otra frase de cajón en estos tiempos) nos haya aportado.
Estas navidades son la mejor época para compartir entre familia, aunque con las limitaciones que todavía tengamos, y ya de cara al nuevo año, con la fe intacta y convencidos de que lo peor ya pasó, afrontemos este 2021 con total optimismo, aplicando todo lo que seguramente aprendimos en este complicado periodo. Se vale repetir y aún más creer, esa tan sonada frase de “AÑO NUEVO, VIDA NUEVA”.
Por Boris J. Abadía v. para www.todosesupo.com

Boris J. Abadía V., yumbeño radicado en España hace 19 años.
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