Por Manuel Alberto Barragán Tovar para www.todosesupo.com
Estamos hablando todo el tiempo sobre la importancia que tiene la educación en nuestros niños y jóvenes, pero durante muchos años en nuestras instituciones educativas la educación continúa sin muchos cambios, intentando llenar a nuestros niños y jóvenes de conocimientos que deben memorizar para efectuar sus evaluaciones, olvidándonos del verdadero desarrollo que como educadores debemos generar en ellos, propiciándoles un futuro real.
Hoy se plantean nuevos esquemas de educación que favorezcan el desarrollo de las capacidades de los estudiantes, y modelos donde se permita el desarrollo de personas integrales, el desarrollo cívico, social, ético y moral, contribuyendo así al mejoramiento de las capacidades, habilidades y destrezas en los estudiantes, que les permitan emprender nuevas iniciativas y depender cada vez menos de otros actores sociales, convirtiéndoles en personas autosuficientes, estudiantes con altos niveles de liderazgo, trabajo en equipo y capaces de enfrentar y solucionar las problemáticas que la vida les presenta. Este es el panorama hacia donde debemos estar enfocados hoy con nuestros niños y jóvenes, haciendo de ellos personas más críticas con su entorno y capaces de desarrollar planes que ayuden a cambiar la forma de vida de la sociedad donde viven.
Pero contrario a esa educación ideal continuamos promoviendo entornos escolares basados en modelos de autoridad con rígidos organismos escolares que no se pueden romper y con normas pasadas de moda donde se sustentan las decisiones sin muchos mecanismos de participación para el estudiante; docentes y directivos. La educación reclama un giro rotundo de sus métodos y herramientas, pues los alumnos habitan un mundo mucho más dinámico, ágil y con múltiples posibilidades de proyección; se requieren entornos donde la capacidad de crear y cambiar sea posible, donde la libertad de opinión sea realmente aceptada y donde sin importar el cargo que se ocupe sean aceptadas las sugerencias y recomendaciones que hoy hacen nuestros estudiantes.
Se requiere salir de esta educación sin futuro donde los esquemas pedagógicos requieren un cambio y donde se apunte a que el estudiante también tenga cambios significativos en sus comportamientos, a partir del refuerzo de formación en competencias básicas, competencias laborales, competencias ciudadanas y competencias empresariales con las cuales logremos ese estudiante capaz de entender que la formación es importante para lograr el éxito y que su participación activa en la sociedad es indispensable para el desarrollo de la misma.
Los Estados serán responsables con los docentes y directivos docentes de generar este cambio y de no permitir más que esta educación sin futuro siga adelante, permitiéndonos salir de un sistema donde el análisis de datos y hechos no hace presencia conservando aun procesos netamente memorísticos que perjudican al estudiante. Basta ya de enseñarles a nuestros jóvenes cómo es posible emplearse para obtener buenos ingresos y así obtener bienes de consumo. Fuera esa educación proletaria y consumista que no permite un pensamiento crítico. Basta de premiar a los estudiantes que hablan todo el tiempo y brindar poca importancia a esos estudiantes introvertidos con ideas maravillosas que requieren una atención distinta y un mayor trabajo por parte de los docentes. Debemos renovar nuestras estructuras curriculares para dar cabida a nuevas asignaturas que requiere el mundo moderno: no más literatura, matemática, física, química, entre otras, vistas de la misma manera desde hace muchísimos años; que venga la innovación educativa que permita ver estas asignaturas ajustadas a la realidad de los avances tecnológicos.
Dejemos atrás la competencia entre los estudiantes haciéndoles buscar los primeros lugares sin importar el resultado logrado por los demás. Premiemos a estudiantes que ayuden a construir un resultado común, que demuestren su liderazgo para ayudar a salir adelante a otros; premiemos nuevas ideas para mejorar el resultado colectivo y no más premios a resultados individualistas. Dejemos de identificar los años escolares acorde a la edad y permitamos el avance de los estudiantes acorde a su capacidad; mostremos cómo sin importar la edad se puede llegar a la meta. Incentivemos la búsqueda del conocimiento, no adoctrinemos estudiantes, enseñémosle a pensar para evitar que la educación siga siendo tomada por nuestros jóvenes como una obligación y no como la manera de desarrollar todas sus capacidades.
Digamos no más a esta educación sin futuro donde los Estados, docentes y directivos enfocamos esfuerzos por el número, cuántos aprueban o desaprueban, cuántos obtienen los máximos puntajes en las Pruebas de Estado, y pasemos mejor a una educación donde podamos medir cuánto realmente aprendió nuestro estudiante y cómo a partir de este aprendizaje se está generando un verdadero cambio social con estudiantes, donde cada vez más se promuevan los valores sociales como la igualdad, la justicia, la cooperación y la ayuda hacia la humanidad; con docentes cada vez más capacitados para lograr este tipo de resultados y no aquellos resultados donde se reduce la educación a un número, como si el total de personas aprobadas o reprobadas fueran la medida exacta para garantizar el cambio que requiere la sociedad.
No más a la educación sin futuro donde la capacidad de pensar y analizar de nuestros jóvenes se ve coartada por un sistema que no ayuda a pensar y razonar adecuadamente. Transformemos la educación con educadores que posean la capacidad de transmitir valores que ayuden a construir una sociedad más justa, igualitaria, dinámica y diversa, con la cual el desarrollo social y económico esté verdaderamente garantizado.
Manuel Alberto Barragán Tovar. Capacitador y Conferencista independiente en temas de motivación personal, administración, Logística, Emprendimiento. Administrador de Empresas.
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