Por Juan de Dios Vivas-Satizábal, director www.todosesupo.com.
Mi intención al relatar sucesos acaecidos en nuestro Yumbo no es más que evitar que nuestra memoria colectiva se diluya en el olvido. No se trata de suspirar por las cosas que ya se fueron: estaríamos alienados; debemos conocer nuestro pasado para saber en qué lugar de la Historia nos encontramos y así saber para dónde vamos.
Lo que hago no es más que un intento por escribir el devenir de nuestro pueblo, y hoy más que nunca tiene vigencia porque uno de los que siempre se preocupó por conocer y dar a la luz pública esos sucesos, el 29 de noviembre de 2003 partió. Por eso hoy no contaré lo que pasó en años anteriores, sino que diré que Fabio Lenis Satizábal (mi maestro, quien un día me pasó la labor de relatar la historia de nuestro Yumbo, y que él, a su vez, la recibió de don Pedro Sánchez Tello) por siempre estará con nosotros.
Si en este pueblo, otrora asiento de los indios Xiu Boi quienes abrazaron la fe católica en la capillita indígena de san Sebastián, por los lados de lo que hoy en día es la escuela John F. Kennedy (o la Cartón, como la conoció Fabio), digo que si en este pueblo hubo alguien que lo quisiera ese fue don Fabio. No importó que a veces se quejara de sus quebrantos de salud y dijera que ya no quería seguir recuperando la historia del pueblo de sus antepasados (el viejo Jorge y doña Judith), porque siempre siguió inquieto con lo que aconteciera en su Yumbo.
Fabio, hasta el sábado 29 de noviembre de 2003 a las 12 meridiano estuvo en su solio del parque Belalcázar (la plaza como decían los viejos), sentado, diagonal al Templo de Nuestro Señor del Buen Consuelo, el mismo templo de sus mayores donde está la imagen milagrosa del Cristo ante cuya imagen milagrosa se han postrado los yumbeños para rendirle sus corazones como testimonio de gratitud… Sentado don Fabio, bajo el alero de la vieja casona donde en los años treinta don Salomón Puente montó el Almacén Águila para vender paños y confeccionar vestidos.
Cuando la tarde sabatina terminaba, desde su residencia, a don Fabio tuvieron que llevarlo de urgencia donde el médico. Fue llevado desde su residencia, la misma que construyó en el solar de su casa paterna, el que quedaba junto al encierro de las vacas de don Jorge y al lado del frondoso níspero bajo cuya sombra tantas veces se refrescó en la carrera sexta entre calles quinta y sexta.
Fabio Lenis Satizábal fue testigo de excepción y protagonista infaltable en todo lo que tuvo que ver con el progreso y la defensa de Yumbo. Preadolescente era cuando fray Alfonso de la Concepción Peña motivó a los yumbeños para que continuaran la construcción del templo del Señor del Buen Consuelo, y a sus 17 años y seis meses asistió a la consagración de ese templo ese jueves 21 de septiembre de 1939. El templo que el joven Fabio ayudó a construir cuando de la escuela lo mandaban para que subiera los ladrillos desde el galpón de Francisco “Pacho” Puente Sepúlveda, que quedaba atrás de lo que hoy día es Química Borden. Era la ladrillera donde trabajaron Juan Evangelista López, Angel María Rojas, Diomedes Prado y los hermanos Joaquín y Marcos Acevedo.
El domingo 30 de noviembre de 2003 el templo parroquial del Señor del Buen Consuelo fue insuficiente para albergar a todos los yumbeños nativos y adoptivos que quisieron ir a darle el postrer adiós al viejo Fabio. Cada de uno de los asistentes tuvo sus motivos para hacerlo: quizá alumno de la época de inicios del Colegio Mayor; quizá subalterno de cuando fue Contralor Municipal en 1977; quizá obrero agradecido porque inquieto en sus años mozos en 1944 funda el Sindicato de Cementos del Valle, y ya más “gecho“, en el 61, crea con otros a Sintramunicipio de Yumbo; quizá porque se sintió representado y defendido cuando la Sociedad de Amigos de Yumbo lideraba las nobles causas de los yumbeños; los quizá podrán llegar hasta el infinito…
A Fabio siempre lo recordaremos como lo que fue: un gran hombre, el historiador, el educador, el padre de familia, el amigo y el maestro. Su personalidad y sus ejecutorias desbordan este breve espacio. Él siempre fue un libro abierto y un defensor de su tierra, y esta defensa siempre la concibió ejerciéndola desde cualquier trinchera fuera ella académica, cívica o política.
De don Pedro Sánchez Tello, Fabio Lenis Satizábal tomó el legado de contar la historia de su pueblo y nos dejó esa tarea a quienes queremos seguir su ejemplo en el empeño de escribirla en ese libro blanco que se ideó para el escudo de nuestra patria chica, Yumbo, su pueblo del alma.
El 1° de julio de 1975 don Fabio Lenis Satizábal lo dijo ante el fallecimiento de su maestro Pedro Sánchez Tello, y hoy lo decimos nosotros:
“Paz en su tumba. ¡Loor ¡ a su memoria”.
Fabio, hasta siempre maestro y amigo.
Excelente crónica. Así es que se recuerda a los amigos como lo mejor.