Por Boris J. Abadía V. para www.todosesupo.com
Suele pasar que en determinadas épocas surjan frases o palabras de moda por el uso excesivo de ellas. Al estar casi en los once millones de contagiados y con más de medio millón de muertos en el mundo por el virus que para algunos todavía no existe, el fenómeno de expresiones muy comunes no podía dejar de existir en un tema de tanta importancia como lo es el COVID-19.
El reinventarse, el confinamiento, la cuarentena, la desescalada, el pico de la curva, el aplanar la curva, el teletrabajar y el distanciamiento social, entre otros, son algunos de los términos más utilizados durante los últimos meses, pero ya llegando, en teoría, al fin del coronavirus, el que se utiliza en mayor grado y que preocupa para la gran mayoría es “la nueva normalidad”.
Aunque partiendo de la base y creyendo que éramos personas normales antes de la pandemia, algo perfectamente dudable viendo lo del COVID FRIDAY en Colombia o lo de algunas playas llenas en España para celebrar San Juan, se supone que, con esta novedosa naturalidad en el vivir, todo será mejor que con la anterior, también en teoría. Pero a simple vista y me refiero a nivel social, no veo nada contundente en lo que haya cambiado la gente excepto en que nos lavamos las manos constantemente, algo que ocurrirá sólo hasta que nos olvidemos de lo que ha pasado. Y es que ese es otro de nuestros grandes problemas, que nos olvidamos de todo o no nos conviene acordarnos de las cosas.
En un mundo donde van a fortalecerse obligatoriamente el teletrabajo, las visitas médicas a través de un ordenador, las reuniones grupales mediante las aplicaciones en los teléfonos y las transacciones comerciales por internet, deberemos ser capaces de adaptarnos a los muchos cambios que se presentan. Lo complicado del asunto es que como estamos acostumbrados a ciertos patrones de vida dentro de unas “zonas de confort” (otra frase de moda) bastante definidas, salir de ellas nos representa un problema, ya sea por el esfuerzo o por la pereza de hacerlo. De hecho, por culpa de los traumas causados por estas prohibiciones que cumplimos para prevenir contagios, hemos justificado el volver a las acciones de siempre a la mínima oportunidad o hasta sin ella.
Duele escribirlo, pero a nivel general no es que ni siquiera nos quedamos en el nivel que estábamos antes del COVID-19 sino que potenciamos la mayoría de nuestros errores. En ese sentido, la nueva normalidad no debería de tratarse principalmente de tener una mejor higiene, de adquirir una mayor responsabilidad a la hora de tener contacto con el resto de las personas o de ampliar nuestros conocimientos informáticos para estar a la altura de la tecnología moderna que está ya en el panorama mundial. No, de lo que debería tratarse es de un cambio personal interior que nos lleve de verdad a ser mejores habitantes en este planeta, un giro con el que se erradiquen el egoísmo y la falta de amor con el resto de la sociedad.
Deberíamos de tratar de aprender que en la medida en que crezcamos como persona influiremos en mi porvenir y a la vez también lo haremos con el de mi vecino, es decir todo lo contrario a lo que hacemos ahora, una constante guerra de todos contra todos. El ser normales debería de consistir en vivir en paz y esta parte va relacionada con tener una buena relación con Dios, si es que se cree en Él. Si no es así, por lo menos cada uno debe entender que no puede pisotear a las demás, que debe respetar a su hermano y que debe tratar de vivir en armonía. No creo que podamos resistir muchas pandemias más como ésta mientras vamos asimilando cómo deben ser nuestras vidas dentro de unas nuevas normalidades. Tantas oportunidades no las tendremos y tampoco estoy seguro de que no las merezcamos.
Boris J. Abadía V., yumbeño radicado en España hace 19 años.
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