…a la solución del transporte en Yumbo, ¡la dejó el tren!
Por Juan de Dios Vivas-Satizábal para www.todosesupo.com
Carlos ese día viernes a las 10 y treinta de la noche se quedó dormido pensando en los vagones del tren metropolitano que le satisfarían el deseo que desde niño había tenido: viajar en tren y conocer cómo eran las fábricas por detrás, por la parte que no muestran desde la carretera, ni en las etiquetas de los artículos que producen.
Yumbo, la población colombiana con el mayor presupuesto per cápita del país, por fin tendría solucionado su problema de transporte de pasajeros. La FEDY, apropiándose de este problema soportado estoicamente por los miles de usuarios de los “destartalados buses que pasaban cada que les daba la gana y gastándose todo el tiempo del mundo para trasportarnos…”, concibió la idea de implantar el tren metropolitano entre Yumbo y Cali, que a su vez serviría para reactivar a los Ferrocarriles Nacionales de Colombia, División Pacífico.
El sábado 4 de febrero de 1985 los yumbeños, y entre ellos Carlos, vieron que la idea de solucionar el problema ya andaba sobre rieles. En días anteriores, el país había observado por la televisión, los vagones azul y anaranjado del “Expreso Cali-Yumbo”, lo que hizo que el ingenio popular manifestara que “tanto que han peleado en Bogotá y Medellín por tener Metro, y sin tanta bulla les ganamos en Yumbo…”
Carlos, pues, vio cómo el tren llegaba como en sus mejores tiempos, finales del decenio del sesenta. Recordó la época cuando él bajaba dos veces por día a la Estación: por la mañana, a las siete a vender “El País” y “Occidente” a los viajeros que iban para Buenaventura; y por la tarde, a las cinco a ofrecer nísperos, chirimoyas, bizcochuelos y “suspiros” de La Chanca a los que venían del Puerto, y a cuadrar el día cargando canastos con chontaduros hasta la galería, y pensaba que algún día, cuando fuera mayor y trabajara, se podría dar un paseo en tren, pero pagando el tiquete y no “coliado”, como lo hacía hasta el puente de Guacandá en el charco de La Cortina o hasta la Estación de Puerto Isaacs donde los bajaba el Jefe de Patios, don Misael Espinosa, el papá de Pocholo.
Pasaron los días, los meses y los años y Carlos no pudo ver realizado su deseo pues el tren de pasajeros fue suspendido. Pero ese sábado 4 de febrero de 1985 siente renacer las esperanzas cuando divisa a lo lejos que se aproxima el “Expreso Cali-Yumbo” en su viaje inaugural. Y el tren regresa como regresan los héroes: majestuoso, lanzando al aire su voz (pito) de triunfo y cargando consigo los primeros ilustres viajeros, todos ellos personalidades que de una u otra forma tuvieron que ver con su retorno. Y el pueblo todo le tributa la bienvenida con vítores, festones, música y pólvora. A su derecha Carlos observa un anciano que deja correr una lágrima por su arrugada cara, a lo mejor brotada en recuerdo de ese “5 de junio de 1914 (cuando) a las once del día, ´La Máquina Trabajadora´ asomó por el Alto del Floral que vemos al norte de la ciudad. Al avistar la población dejó oír su voz, y con largo pitazo, vibrante y entusiasmador, saludó a la población, la cual se conmovió al oír el pregón de la civilización y del progreso”.(1).
Y el entusiasmo se apodera de todos los yumbeños, naturales y adoptivos. Si el entusiasmo antaño fue por la llegada del progreso, ese primer sábado de febrero era porque todos veían solucionado el problema del torturante transporte diario hasta Cali: con la llegada del tren, pues, se iban la guerra del centavo en la carretera; los racimos humanos; la hora y pico que demandaba el viaje; y, lo más importante, la tarifa alta que se debía pagar.
Epílogo
“Pero no todo puede ser dicha y lo bueno dura poco…, se lamentó Carlos siete meses después de la inauguración del servicio.
En su efímera existencia, el “Expreso Cali-Yumbo” prestó un invaluable servicio a la comunidad yumbeña y a la población flotante de la zona industrial. Entre marzo y agosto de 1985 movilizó a cerca de cien mil personas con la cómoda tarifa de 25 pesos.
A lo anterior hay que agregar que sirvió de regulador del servicio intermunicipal de buses, pues obligó indirectamente a que las frecuencias de despacho de los buses fueran más periódicas y constantes, amén de un mejor control en la duración del viaje Cali-Yumbo y viceversa. Total que la competencia del tren fue, a todas luces, saludable para la ciudadanía.
¿Por qué decayó el “Expreso Cali-Yumbo”?
Dialogando con algunos de los antiguos usuarios del “Expreso Cali-Yumbo” todos coinciden en afirmar que existía física pereza para caminar equis cantidad de cuadras hasta la Estación; y aquí entra en escena la “bola” que por varios días rodó entre la ciudadanía yumbeña: “los señores del Expreso van a colocar un servicio de buses del centro de Yumbo a la Estación y viceversa…”, pero la idea nunca se concretó.
Sin embargo, los usuarios que vivían en inmediaciones de la Estación se quejaron de las fallas del Expreso en sus frecuencias diarias. Pero lo que ocurría era que se estaba presentando el círculo vicioso de pasajeros y “Expreso Cali-Yumbo”: éste no salía por falta de aquéllos, y los pasajeros no usaban el Expreso porque no salía en las horas determinadas.
Y de esa manera se le dio el puntillazo final, y la que parecía ser la solución al problema del transporte en Yumbo, definitivamente la dejó el tren…
(1)Mendoza M., Alberto. Memorias de Yumbo. Prensa Moderna, Cali. Pág. 368

Buenas noches, Me gustaría saber si de pronto tiene información sobre la época
colonial yumbo Gracias
Cordial saludo.
De la época colonial don Alberto Mendoza Mayor en su libro Memorias de Yumbo relata algunos acontecimientos. En las primeras 100 páginas están relatados hechos de la Conquista y la Colonia, principalmente litigios de los españoles con los aborígenes.